Mario Fanjul
Introducción
El 27 de febrero de 2020, la presidenta de la Comisión de la Unión Europea, Ursula Von der Leyen realizó su primer viaje oficial, eligiendo el continente africano como destino demostrando el interés de la Unión Europea (UE) por su vecino africano. La presidenta declaró que “La Unión Africana es un socio con el que cuenta la Unión Europea. Juntos continuaremos trabajando en nuestros intereses y objetivos comunes, en el espíritu de una verdadera asociación «de igual a igual». Por su parte, el presidente de la Comisión de la Unión Africana (UA), Moussa Faki Mahamat, declaró que apreciaba «los resultados de los debates sobre cómo consolidar una asociación ya sólida entre la UA y la UE». Además, la visión de la asociación África-UE, establecida desde la primera Cumbre África-UE en abril de 2000 en El Cairo (Egipto), sentó las bases para «fortalecer las relaciones políticas, consolidar y promover temas de interés común, alentando un multilateralismo efectivo».
Sin embargo, la asimetría de las relaciones de fuerzas y poder que diferencia histórica y actualmente a las dos regiones, podría no ser el mejor punto de partida para una asociación «de igual a igual». El pasado colonial entre los dos continentes, la brecha de desarrollo económico y social que separa las dos regiones, el nivel de conflicto que moviliza a más estados africanos, el deseo de la UE de una responsabilidad compartida en el tema migratorio, o nuevamente la presencia de la UE en el escenario internacional frente a la relativa ausencia de África, definen – y limitan – las capacidades y la posible autonomía de los “socios”. En este contexto podemos preguntarnos: ¿en qué medida las cuestiones de defensa y seguridad de la Unión Europea frente a los desafíos de seguridad que afronta África permiten concebir una asociación de defensa y seguridad en igualdad?
1. PAZ Y SEGURIDAD EN ÁFRICA
Problemas y desafíos de seguridad en África
Para estudiar la posibilidad de una asociación UE-África es inevitable tener en cuenta los desafíos de seguridad a los que se enfrenta el continente africano y comprender hasta qué punto definen su papel como «socio» en el marco de la asociación.
África sigue siendo uno de los puntos más estratégicos en términos de seguridad del planeta. Más del 80% de las tropas de mantenimiento de la paz de la ONU están desplegadas en la región. La inestabilidad ya no se define por conflictos interestatales sino por conflictos intercomunitarios, el auge del extremismo, la proliferación de grupos armados, el terrorismo, la delincuencia transnacional y un nivel insuficiente de control estatal sobre su territorio. Además, ningún estado africano es miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
El continente enfrenta un fuerte déficit democrático y de buen gobierno que agrava la inestabilidad. En 2015, un estudio del Instituto de Estudios de Seguridad de Sudáfrica estimó que solo el 35% de los países africanos eran democracias. Solo tres jefes de Estado dejaron el poder en 2019 (en Argelia, República Democrática del Congo y Sudán).
Por otro lado, la duplicación de la población africana prevista para 2050, que llegaría a más de 2.000 millones de habitantes, desafía los gobiernos que deberán responder a las necesidades y expectativas económicas, sociales y políticas de 390 millones de personas que viven actualmente por debajo del umbral de la pobreza y una población joven en crecimiento. La presión migratoria corre el riesgo de convertirse en un desafío aún mayor, incluso si se estanca o se controla.
La Unión Africana y la paz
La Unión Africana (UA), que agrupa a los 55 estados del continente africano, reemplazó a la Organización de la Unidad Africana (OUA) en 2002, respondiendo a la necesidad de alejarse de las cuestiones coloniales y el apartheid, para centrarse en la cooperación e integración de sus Estados, y convertirlos en motores de crecimiento y desarrollo económico. Como se indica en su carta, la UA es parte de la visión «de un África integrada, próspera y pacífica, dirigida por sus propios ciudadanos y que representa una fuerza dinámica en el escenario internacional».
En materia de paz y seguridad, es el Consejo de Paz y Seguridad (PSC), el órgano de decisión de la UA el responsable de la prevención, gestión y resolución de los conflictos en el continente. La UA también ha desarrollado una Arquitectura Africana de Paz y Seguridad (APSA), que reúne todos los mecanismos de la UA para la paz, la seguridad y la estabilidad en el continente. Adoptada en 2015 por África, la Agenda 2063, que incorpora la iniciativa innovadora «Silenciar las armas para 2020»[1], y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, incluyen un enfoque integral para la prevención y gestión de conflictos en África, que irá de la mano del desarrollo. Marcan un punto de inflexión en las estrategias y objetivos para la paz y la seguridad.
Por lo tanto, podemos ver que la UA dispone de una variedad de instrumentos bien estructurados para garantizar la paz en su continente, y que ha podido desarrollar sus enfoques y estrategias para satisfacer mejor las necesidades de seguridad en su territorio. Sin embargo, este conjunto de mecanismos debe contrastarse con las dificultades que enfrenta la UA para convertirse en un actor autónomo capaz de recaudar fondos para su funcionamiento operativo. De hecho, existe una fuerte dependencia de la UA con relación a su financiación, lo que contrasta con su deseo de autonomía. En 2019, la cuota africana representa el 42% de su presupuesto y la cantidad de sumas invertidas por los donantes el 58%. Además, las divisiones financieras, ideológicas y geopolíticas que separan a sus estados miembros limitan la capacidad de coordinación para poner en marcha los programas y herramientas desarrollados.
2. DEFENSA Y SEGURIDAD PARA LA UE
Evolución de las políticas exteriores y de seguridad comunes de la UE
El proyecto de defensa y seguridad europea nació con el Tratado de Maastricht en 1991, creando la UE. Este tratado establece la Política Común de Seguridad y Defensa (PESC), que representa el deseo de Europa de hacer oír su voz y defender sus intereses en la escena internacional, y de ir más allá de su papel de simple poder civil para convertirse en un actor importante en este campo de seguridad. La cumbre franco-británica de Saint-Malo en 1998, que creó la política europea común de seguridad y defensa (PESD) con el objetivo de gestionar colectivamente las crisis internacionales que fue redifinida como política común de seguridad y defensa (PCSD) por el Tratado de Lisboa adoptado en 2009.
La estrategia de seguridad europea, adoptada en 2003, y el Fondo Africano de Paz (APF) creado en 2004 representan un punto de inflexión en el campo de la defensa y la seguridad europeas. Responden a un proceso de institucionalización del enfoque global. Esto tiene lugar principalmente entre la definición de nuevos límites y jerarquías entre los sectores de desarrollo y seguridad. Entre otras cosas, dedica fondos destinados al desarrollo a actividades militares, cuando la ayuda europea hasta entonces había sido exclusivamente de carácter civil. Si bien permite diversificar estrategias y áreas de intervención para un cambio más global, esta institucionalización genera conflictos de actores y jerarquías que dificultan el funcionamiento de sus intervenciones y amenazan su sostenibilidad.
La Operación Artemis, lanzada en el marco de la PESD en la República Democrática del Congo en 2003, marca un precedente siendo el primer lanzamiento de una operación militar en suelo africano. Le siguen las operaciones militares en Somalia, Malí y la República Centroafricana y las misiones de apoyo de la policía civil y la seguridad en Libia, Níger, Malí y Somalia. Complementariamente, la prioridad de los planes de acción relacionados con la Estrategia común UE-África (SCUA) es poner en práctica la Arquitectura africana para la paz y la seguridad, una herramienta africana para la paz, financiada a través del FED. El grado de coordinación y cooperación se reconoce como histórico, y hay una «europeización de las políticas exteriores de los Estados miembros de la Unión»[2]. Sin embargo, la parálisis de los europeos en materia de política exterior y sus repetidas divisiones ante grandes crisis (desde Bosnia en 1990 hasta Irak en 2003), cuestiona las capacidades de la UE en este campo. Asimismo, las sucesivas ampliaciones de la Unión hasta entonces han acentuado el nivel de divergencias y dificultado aún más los procesos de toma de decisiones.
3. ¿Qué perspectiva existe ante una asociación equitativa entre África y la UE en el ámbito de la defensa y la seguridad?
Cumbre UA-UE 2020: intereses y perspectivas comunes
En la sexta cumbre entre la UE y la UA en febrero de 2020, los “socios” reafirmaron la relevancia del enfoque global y su objetivo de “consolidar una asociación ya fuerte”, colocando el multilateralismo en el centro de su cooperación. Esta nueva estrategia se reflejan las propuestas de la UE para la cumbre UE-UA de octubre de 2020 sobre su asociación común, la «asociación para la paz, la seguridad y la gobernanza», que constituye una de las cinco líneas prioritarias. Existen preocupaciones comunes. África tiene la voluntad de sacar a sus países de crisis y conflictos, de mejorar su nivel de desarrollo social y económico y de hacer valer su potencial en el escenario internacional. También sabe que sin seguridad y paz no puede haber desarrollo. Y esta nueva asociación, que incluye gobernanza, derechos humanos, democracia, resiliencia, desarrollo y una cooperación más estructurada y estratégica, con un enfoque particular en las regiones más vulnerables, podría brindar una respuesta global a sus preocupaciones. La Unión Europea, por su parte, teme la creciente amenaza del terrorismo y la llegada “masiva” de migrantes a su territorio. Y sabe que su seguridad es interdependiente de la situación de seguridad de África. Y para ello cuenta actualmente con 10 misiones comunes de seguridad y defensa en África, aporta 253,6 millones de euros a la fuerza conjunta G5-Sahel para luchar contra el terrorismo y mejorar la seguridad en la región. Una buena base para establecer una asociación.
Nexo entre políticas de migración y seguridad: un nuevo ángulo a tener en cuenta
Desde la perspectiva de la asociación, es importante tener en cuenta el enfoque de seguridad que ha ido impregnando gradualmente la dimensión exterior de las políticas de inmigración europeas y las asociaciones con los países africanos desde el inicio de la crisis de recepción de refugiados que experimentó la UE en 2015. Para ello, la UE está intentando establecer un marco para gestionar los flujos migratorios desde un principio de “responsabilidad compartida” entre los países europeos de destino y los países africanos de tránsito y origen. La Unión ha manifestado claramente que se trata de incrementar los retornos y readmisiones a los países de origen y tránsito de extranjeros en situación irregular.[3]El Fondo Fiduciario de Emergencia para África (ERTF), adoptado durante la cumbre de La Valeta en noviembre de 2015, se ha convertido en una señal de alineación entre los objetivos de las políticas de migración, seguridad y desarrollo. Se compone de tres componentes geográficos operativos: la región del Sahel y la cuenca del lago Chad; el Cuerno de África y África del Norte.
En este contexto, las operaciones de seguridad de los Estados miembros y los países africanos incluyen cada vez más misiones de control de la migración, especialmente en el Sahel.[4]. Así, el mandato de las misiones de apoyo a la capacidad de seguridad interior en Níger y Mali se ha ampliado a la lucha contra la migración irregular, mientras que la declaración de la cumbre euroafricana de París sobre migración del 28 de agosto de 2017 llamaba a acelerar la regionalización de la seguridad europea y acciones de defensa común en el Sahel. Asimismo, la FFU para África apoya, entre otros, la cooperación regional de los países del G5-Sahel, las actividades de formación de la escuela de seguridad del Sahel, la creación de un equipo de investigación conjunto para luchar contra las redes en Níger. Esta iniciativa aporta 40 millones de euros para el fortalecimiento de las capacidades operativas de las autoridades nacionales para permitir un control efectivo del territorio.
4. CONCLUSIÓN
Podemos ver que África y la UE comparten claramente el deseo de asociación. Asimismo, hemos notado los esfuerzos constantes que realizan las dos regiones para dotarse de políticas e instrumentos para construir la paz y la seguridad. La adopción de un enfoque global y su institucionalización han demostrado la voluntad y la capacidad de desarrollar las herramientas utilizadas para responder mejor a contextos de intervención cambiantes y específicos. La última cumbre entre la UE y la UA en 2020 subraya el camino recorrido desde su primera Cumbre África-UE en 2000, confirma la voluntad de seguir trabajando juntos y demuestra la necesidad mutua de cooperar frente a la interdependencia de sus problemas de seguridad.
Sin embargo, podemos seguir preguntándonos si podemos hablar de una verdadera asociación. Por un lado, África, cuya inestabilidad, crisis y conflictos son variables y recurrentes en su realidad, que definen su agenda sin mucho margen de maniobra, depende principalmente de fondos extranjeros, incluida la UE, y no puede mantener sus propias estructuras, incluida la Unión Africana. Debe atender las demandas unilaterales de la UE sobre la “responsabilidad compartida” de la migración desde su continente, sin que se tomen en cuenta las cuestiones económicas, sociales y políticas que ello implica. Y es consciente de que sin paz y seguridad no puede haber desarrollo. Por otro lado, la UE busca reforzar su capacidad de defensa europea que le permita, más allá de defenderse, instalarse como un actor protagonista en el continente.
De tal manera, resulta altamente cuestionable que el continente africano tenga una capacidad real de negociación en una asociación con la Unión Europea en términos de paz y seguridad. De igual manera, no es claro que la UE esté interesada en asociaciones que no pasen por disponer de socios eficaces para elevar su perfil en la escena internacional así como controlar los flujos migratorios. Es por ello, que hablar de una relación “de igual a igual” resulta muy poco probable así como altamente ambiciosa. La asimetría de poder podría regularse si en lugar de hablar de relaciones África – UE el debate se centrara en representar al continente africano por su institución regional (la Unión Africana). Una asociación Unión Africana – UE no dejaría de ser desequilibrada pero, al menos , estaríamos conversando de negociaciones entre dos bloques más uniformes, a escala regional y más independiente de intereses particulares.
Bibliografía
Para facilitar la lectura, todos los títulos han sido traducidos al castellano
- BastienNivet, “Del laboratorio al espejo: cuando el África subsahariana construye una Europa estratégica”, Politique africaine, 2012/3 (N ° 127),
- Comisión Europea, “Presidente von der Leyen en Addis Abeba para su primer viaje como presidenta fuera de la UE, Actualités Commission Europénne, 06/12/19,
- Daemers Julien, “Thierry Tardy, Marco Wyss (dir.). Mantenimiento de la paz en África. La arquitectura de seguridad en evolución ”, África contemporánea, 2014/2 (n ° 250
- Fundación Robert Schuman, “Cooperación Unión Europea / África: la externalización de las políticas migratorias europeas”, Question d’Europe, nº 472, 30/04/2018,
- Institut Montaigne, “Seguridad y defensa” en Europa-África: socios específicos, Institut Montaigne, Francia, 2019,
- JacquesTénier, “El Fondo Europeo de Desarrollo (FED): El instrumento financiero de sesenta años de política de cooperación para los países de África, el Caribe y el Pacífico (ACP)”, Gestion & Finances Publiques, 2019/5 (N ° 5)
- Matthieu Tardis, “Asociaciones entre la Unión Europea y los países africanos sobre migración: un problema común, intereses divergentes, Notes de l’IFRI marzo de 2018
- Philippe BRAILLARD, «La política exterior de la Unión Europea: ¿utopía o realidad?» en: L’Europe qui se fait: Perspectivas de un viaje inconcluso. Capítulo 12. París: Ediciones de la Casa de las Ciencias Humanas, 2008
- RFI, «África» con inmensa ambición «según Ursula von der Leyen», RFI África, 07/12/19
- RiendaN’Guettia Kouassi, “Cooperación África-Europa: ¿Por qué necesitamos cambiar el paradigma? »
- SebastiánLoisel, “La creación del“ Fondo para la paz en África ”. Juegos sectoriales en el desarrollo de un instrumento europeo de gestión de crisis ”, Politique européenne, 2016/1 (N ° 51)
- Shewit Woldemichael, “¿Logrará mejor el Consejo de Paz y Seguridad de la UA en 2020? », Instituto de Estudios de Seguridad- ISS Today, 23/01/20
- Simon Allison, «El conflicto sigue siendo el mayor desafío de África en 2020», Instituto de Estudios de Seguridad – ISS Today, 01/06/20
- Unión Africana, “Asociaciones externas formales entre la UA y organizaciones, regiones o países
[1] Simon Allison, «El conflicto sigue siendo el mayor desafío de África en 2020», Instituto de Estudios de Seguridad – ISS Today,
[2]Philippe BRAILLARD, «La política exterior de la Unión Europea: ¿utopía o realidad?»
[3] Matthieu Tardis, “Asociaciones entre la Unión Europea y los países africanos sobre migración: un problema común, intereses divergentes, Notes de l’IFRI marzo de 2018
[4] Fundación Robert Schuman, “Cooperación Unión Europea / África: la externalización de las políticas migratorias europeas”, Question d’Europe, nº 472, 30/04/2018, disponible en: https://www.robert-schuman.eu/fr/questions-d-europe/0472-la-cooperation-union-europeenne-afrique-l-externalisation-des-politiques-migratoires