La importancia de la memoria histórica en la construcción y mantenimiento de la paz en el continente africano

Adriana Gómez Izquierdo


Los conflictos armados en el continente africano son cada uno únicos en su clase y en complejidad, aunque siempre con unas características concretas. Estos, pueden entenderse y analizarse siempre y cuando se tenga en cuenta el contexto histórico, así como una recapitulación en el tiempo acerca de sus procesos de origen, como se expanden, se mantienen en el tiempo o incluso desaparecen.

A día de hoy, África se sitúa en el centro de la agenda internacional por muchos motivos, entre los cuales podemos destacar los intereses económicos y comerciales de los diferentes organismos y actores internacionales. El recorrido histórico por el cual África se ha visto envuelta hace que se le atribuyan numerosos rasgos y características, que aunque en su día fueron ciertos, hoy solo perpetúan el estigma y los prejuicios. El despertar del pueblo africano no es algo nuevo, a pesar de haberlo solo oído recientemente, y se nos olvida a todos y a todas, la responsabilidad moral que tenemos de comenzar a analizar África, como un continente capaz y con un peso muy importante en la esfera internacional.
Siendo África un continente con un gran potencial en las esferas económicas, comerciales o incluso demográficas, conviene, desde la esfera internacional, potenciar el papel de la seguridad, la gestión de conflictos y la crisis migratoria, junto con otros retos como la pobreza, el desempleo y el cambio climático.

Durante este breve ensayo, analizaremos como la inclusión de la Memoria Histórica puede ser un elemento clave para ayudar, desde la comunidad internacional, ya no solo a la resolución de conflictos enraizados en la historia, sino para el mantenimiento de la paz a largo plazo. No podemos olvidarnos tampoco de que ya existen herramientas y metodologías para la resolución de los conflictos (que no podremos repasar por completo debido a la brevedad de este ensayo) las cuales no podemos afirmar que tengan éxito, pues como veremos a continuación el uso de la fuerza en los conflictos es, en muchas ocasiones, el primer recurso utilizado en la intervención.

Siendo la educación frente al conflicto, un recurso poco explotado en el continente, ¿sería esta una forma de poder por fin curar las heridas enraizadas entre las comunidades? ¿Es el uso de la memoria histórica una herramienta positiva para las generaciones futuras?

Recorrido histórico y actualidad

Los conflictos han evolucionado con el paso del tiempo y con ello su naturaleza. Debemos comprender el pasado de los conflictos en África para entender el presente de los mismos.
El concepto de conflicto ha ido evolucionando a lo largo de la historia y ha ido teniendo diferentes interpretaciones, especialmente tras la colonización y en los contextos de la Posguerra Fría. Necesitamos comprender la descolonización como uno de los momentos claves, que impuso la búsqueda de una identidad dentro de cada país del continente africano, afrontando la construcción de procesos muy complejos que aún existen en el presente. “A partir de ese momento deben construir, en un corto periodo de tiempo, un Estado inspirado en el modelo del viejo continente y una identidad nacional, pero en entidades artificiales territorialmente, creadas por la administración colonial, sin una lógica étnica, lingüística e histórica coo para que esas sociedades se identificasen con la -nación-.” (Jara Cuadrado, 2015, p.9)

Tras las independencias y tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial se hizo cada vez más patente el antagonismo político, ideológico y económico entre las superpotencias fuera de África. La esencia de los conflictos internacionales externalizados dentro de las fronteras del continente africano fue y es una realidad. La esencia del conflicto reside en la incompatibilidad de los objetivos entre los actores, que pueden así estar a su vez relacionados con los recursos, el poder o la identidad. Especialmente tras las independencias y con evidentes diferencias en los grados de intensidad, se comienzan a suceder las guerras civiles africanas, donde las incompatibilidades entre diferentes grupos terminan en el intento de consecución de sus objetivos políticos a través de la fuerza y las armas.

Causas y características de los conflictos

Tras el final de la Guerra fría, apareció un nuevo orden mundial con conflictos importantes que se dieron en el centro de las Agendas de Paz y Seguridad, surgiendo así, nuevos rasgos en la naturaleza de los conflictos. Por lo general, usamos tres ideas para definir cualquier conflicto en el continente: (Navarro, 2021) las guerras étnicas, las guerras producidas por los recursos naturales y el fracaso o la mala gobernanza por parte de los estados africanos. Si bien es verdad que dichas ideas son imprescindibles para entender algunos de los procesos dados, no deben ser las únicas, pues por sí solas resultan incompletas para abarcar un fenómeno muy complejo. No podemos tampoco, universalizar todos los conflictos. Hay muchísimos elementos y actores que se desarrollan y transforman a medida que la forma del conflicto evoluciona también por sí misma.

En ocasiones, el diagnóstico que realizamos sobre las causas y problemas de las realidades del continente acaba creando soluciones condicionadas y, en consecuencia, poco acertadas para la gestión de los conflictos. “El diagnóstico que realizamos sobre las causas y los problemas de las realidades africanas y sus conflictos armados acaba por condicionar las “soluciones” que se ofrecen, y debido a ello, si estos diagnósticos son incompletos e insuficientes, las soluciones también lo serán.” (Iván Navarro, 2021, p.1)

Necesitamos ampliar la mirada e incluir, definitivamente, el resto de los elementos y herramientas para evitar la construcción de una sola historia. Partiendo de la base de que no podemos olvidar las particularidades de cada país y de cada contexto, encontramos multiplicidad de causas para el origen de los conflictos como son los factores económicos, la desigualdad y la identidad. A menudo la pobreza, la falta de recursos y oportunidades económicas y el desempleo, junto con otras características, son las causas que explican la continua inestabilidad que padece África. “Las dinámicas de los conflictos en África son muy complejas y merecen un análisis detallado. No obstante, en el origen de la mayoría subyacen unas mismas causas: un reparto injusto de la riqueza, regímenes autoritarios que mantienen los privilegios económicos de una minoría, militarización, discriminación étnica, represión política y violaciones de los derechos humanos.” (Paulina Correa, 2011, p.5)

La sociedad civil juega un papel importantísimo en la actualidad de los conflictos, llegando a ser incluso el blanco de estos. Los actores de estas llamadas “nuevas guerras» son difusos debido a su multiplicidad y el análisis del conflicto suele complicarse debido a la cantidad de elementos diversos que convergen en él. A pesar de ser conflictos intraestatales, hay multiplicidad de factores externos que se integran orgánicamente en el conflicto y que pasan a internacionalizarlo. Esta inclusión de actores externos implica también una ampliación de las fuentes de inseguridad.

Gran parte de los conflictos armados que se dan en el continente se encuentran íntimamente relacionados con la expansión del Estado Islámico y su influencia radical en el desarrollo de otros grupos locales con características específicas. Solo en 2019, nueve países del continente africano experimentaron conflictos relacionados con este grupo armado. Se ha producido también, un aumento de movimientos que realizan una interpretación fundamentalista de la religión musulmana, vinculándola con grupos terroristas. Conviene destacar la importancia de los factores estructurales en la creación y conformación de los conflictos, en los cuales, jóvenes formados y cualificados, sin oportunidades, ni expectativas, ni soluciones por parte del estado, victimas de la desigualdad, se adhieren a grupos de ideología radical.

Hay un cambio en el origen de las amenazas, pues ya no proceden solo del exterior, pero surgen como problemas internos que pueden llegar a convertirse en una amenaza para el estado mismo y para la población. Los conflictos no son solo amenazas directas físicas, si no aquellas necesidades básicas no cubiertas, encontradas bajo el paraguas de la vulneración de los derechos humanos y el desarrollo fallido.

Éxitos y fracasos de la comunidad internacional

La comunidad internacional frente a los conflictos suele intervenir en primer lugar, con intentos diplomáticos para intentar llegar a acuerdos de alto al fuego, diseñando y creando estrategias, así como soluciones políticas, sociales y económicas que resuelvan esas incompatibilidades. A lo largo de la historia se dan diferentes generaciones y evoluciones en las misiones de paz de la Organización de las Naciones Unidas. En el presente, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas busca en todo momento lograr 3 objetivos principales, conocidos como el Trilema del Consejo: maximizar el éxito de la misión, maximizar la rentabilidad y la eficiencia, y, por último, minimizar el riesgo procurando evitar fatalidades.

Hay cierto tipo de características clave en las misiones de paz, que pueden llegar a garantizar su efectividad. Las Misiones de Paz ya de por si disminuyen la probabilidad de conflictos a gran escala e indirectamente contribuyen a lograr la paz. El mandato y la dimensión son aspectos claves dentro de las misiones:

  • Las misiones multidimensionales (de carácter militar, político y humanitario con componentes civiles y sociales importantes) y robustas (con autorización militar táctica que busca reducir la resistencia de los actores y aumentar el consentimiento de intervención), están asociadas al éxito y a la prevención de la violencia de baja intensidad, democratización y reconstrucción internacional.
  • En cuanto al tamaño, los factores clave son el presupuesto y el número de efectivos desplegados. Cuanto mayor sea la fuerza militar empleada, mayor probabilidad existe en la reducción de la violencia, la protección de la población civil, el acceso a la cooperación y la paz. El numero de efectivos es irrelevante y la intervención militar será ineficaz si no se elige el mandato adecuado para la intervención.

    Caso de éxito: Costa de Marfil
    País en contexto de dificultades económicas y transición democrática que llevaron a una dinámica donde la política hizo uso de la identidad como instrumentalización y división social. Se produce una guerra civil en 2002 entre el norte del país caracterizado por un amplio uso de la religión musulmana y el sur de religión católica. Comienzan a mediar en 2002 la CEDEAO y Francia, a los cuales se unen la ONU en 2003. En 2011 con la segunda guerra civil, la misión pasa a ser multidimensional con mandato amplio y robusto, donde son utilizados varios componentes de actuación y una cantidad considerable de presupuesto y efectivos desplegados. Hubo ciertas acciones cuestionadas por las características del mandato robusto, pero la misión de la ONU finalizó oficialmente en 2017 con una relativa estabilidad política en el país.

    Caso de fracaso: Angola
    La guerra civil en Angola comienza con la transición a la independencia en 1975. El partido gobernante MPLA y el Grupo Rebelde UNITA apoyado por Estados Unidos y Sudáfrica, llegan a un acuerdo de paz en 1991, conocido como “Acuerdo de Bicesse” donde se disponía una transición a la democracia multipartidista bajo la misión de Naciones Unidas. Las elecciones de 1192, acordadas y previstas en el acuerdo de paz tienen como resultado la derrota de UNITA, los cuales no aceptan los resultados y comienzan una nueva guerra civil hasta el año 2002, cuando el líder Savimbi fallece. En este caso hay causas endógenas y exógenas que propiciaron el fracaso de la misión, entre las cuales podemos destacar que el tamaño y mandato de la misión fueron insuficientes, así como la financiación y la capacidad militar y organizativa. Estas acciones sumadas a la mala gestión de los actores implicados tuvieron resultados fatales.

    La memoria histórica como herramienta para el mantenimiento de la paz

    El fin de un conflicto no implica la paz, hay acuerdos que pueden no llegar a cumplirse y que se produzcan obstáculos entre los diferentes actores en el postconflicto. Hay retos importantes en el contexto postconflicto a tener en cuenta, tales como: evitar las recaídas en la violencia, las precisas reparaciones psicológicas y socioeconómicas (infraestructuras, educación y salud), recuperación de las personas refugiadas y desplazadas, la desmilitarización, la reconciliación, reparación y justicia, así como la reconstrucción de las instituciones del Estado que vuelvan a generar confianza a la población civil.

    El mantenimiento de la Paz ya no solo reside en trabajar los procesos que subyacen tras la resolución del conflicto, sino que integra la idea de alcanzar la igualdad social, jurídica, y económica que se encontraron en la base de las tensiones iniciales. Trabajar las desigualdades horizontales permitirá no regresar a un contexto con las mismas situaciones y los mismos actores presentes que alimentaron el conflicto.

    “El mal sufrido debe inscribirse en la memoria colectiva, pero para dar una nueva oportunidad al porvenir” argumentaba Tzvetan Todorov (1999) sobre la oportunidad que brinda esta misma para la construcción de paz.

    La asimilación de los testimonios y la recopilación de memorias de los supervivientes puede ser una de las herramientas mas importantes para que la humanidad comprenda las etapas que no deben volver a repetirse. Las memorias en tiempos de conflicto no se recolectan para obedecer a uno de los bandos o cualquier otra dinámica sinsentido, sino todo lo contrario, surgen y sirven como un recordatorio, un aviso, como una alarma inesperada de lo difícil, crudo y devastador que podemos llegar a ser entre nosotros mismos, como personas.

    Recoger el dolor y exponerlo en el escenario público serviría como mecanismo de sensibilización hacia las generaciones del presente y las futuras, para que el conflicto pasado no le resulte a nadie indiferente y para que jamás se naturalice y se haga cotidiano el enfrentamiento. “La memoria histórica es un recuerdo colectivo, una evocación volcada hacia el presente del valor simbólico de las acciones colectivas vividas por un pueblo en el pasado […] La memoria histórica permite desmitificar los enfrentamientos del presente y buscar soluciones” (García-Bilbao, 2002).

    Después de que toda una sociedad haya comprendido la profundidad de los daños e impactos causados por un conflicto, tarea extremadamente difícil, se necesita recordar. Pero no recordar en cifras, en resultados económicos o en índices de desarrollo, sino con testimonios. Dichos testimonios pueden tener el poder de dar espacio y conciencia a los procesos de construcción de paz.

    La necesidad de empoderamiento de la sociedad civil, en muchas ocasiones actores invisibilizados trabajando de forma aislada a la esfera oficial de construcción de paz, puede ser posible gracias al trabajo conjunto que trae la memoria para el perdón y la reconciliación. La educación y la sensibilización emergen como temas de vital importancia a la hora de determinar la paz y el desarrollo social del futuro y tanto las Organizaciones Internacionales como las Instituciones del Estado, deben generar espacios para comprender las dinámicas dadas, recapitular y conocer el camino que no se ha de volver a pisar. “La acción de memoria, el ejercicio de memoria tiene sentido en la medida en que posibilita la reconexión del sujeto como sujeto político, como el que actúa en lo público, como actor social, parte de, perteneciente a, sujeto de su propia historia y de la historia colectiva. El homenaje, el testimonio, el símbolo y el performance y todas esas cosas bonitas que se hacen para reconstruir la memoria histórica no tendrían sentido si no es para tomar conciencia de lo que nos ha pasado; (…) se trata de la sociedad, del tejido social que se ha roto y es allí donde toma sentido el sujeto, que es, además, un sujeto político colectivo que ha sido golpeado sistemáticamente para lograr precisamente ese efecto, el efecto indiferencia, el efecto postración.” (Juan David Villa Gómez, 2013, p.21)

    Es la herramienta de la memoria por tanto funcional no solo como recordatorio, sino como fundamento de soluciones y como herramienta para la consecución de la reparación postconflicto. La memoria debe usarse de manera adecuada y racional de modo que no forme parte de estrategias que en sus procesos violen los derechos de las víctimas, muchas de las cuales viven aún en su presente, el conflicto pasado.

    Conclusiones

    Debemos abordar las construcciones de paz desde un enfoque integral y multidimensional. A pesar de que existan mecanismos comunes y funcionales en las misiones internacionales para la estabilización y resolución de los conflictos armados, no podemos olvidar que cada contexto y país tiene sus particularidades, características y escenarios.

    Integrar el mayor numero posible de actores locales que lleven el liderazgo en la etapa post conflicto puede facilitar el empoderamiento social, con un trabajo directo y regional y con medios y herramientas útiles también para los actores internacionales. Como hemos visto, trabajar la memoria histórica, así como los problemas y causas estructurales que han conducido a la escalada de violencia puede ser de las medidas más efectivas para la reparación.

    Debemos poner en primera línea la cuestión de la memoria histórica, integrándola en los procesos de reconstrucción de paz y proporcionando herramientas a los estados que impliquen entre ellas, una reeducación de la sociedad civil para la no repetición de la violencia. La sostenibilidad de la paz es imprescindible para que los diferentes actores implicados puedan recuperarse y establecer así nuevas dinámicas, diálogos y elementos base para el desarrollo de las comunidades bajo la cooperación mutua, asentando así también las raíces pacificas del funcionamiento del Estado.