La importancia de la memoria histórica en la construcción y mantenimiento de la paz en el continente africano

Adriana Gómez Izquierdo


Los conflictos armados en el continente africano son cada uno únicos en su clase y en complejidad, aunque siempre con unas características concretas. Estos, pueden entenderse y analizarse siempre y cuando se tenga en cuenta el contexto histórico, así como una recapitulación en el tiempo acerca de sus procesos de origen, como se expanden, se mantienen en el tiempo o incluso desaparecen.

A día de hoy, África se sitúa en el centro de la agenda internacional por muchos motivos, entre los cuales podemos destacar los intereses económicos y comerciales de los diferentes organismos y actores internacionales. El recorrido histórico por el cual África se ha visto envuelta hace que se le atribuyan numerosos rasgos y características, que aunque en su día fueron ciertos, hoy solo perpetúan el estigma y los prejuicios. El despertar del pueblo africano no es algo nuevo, a pesar de haberlo solo oído recientemente, y se nos olvida a todos y a todas, la responsabilidad moral que tenemos de comenzar a analizar África, como un continente capaz y con un peso muy importante en la esfera internacional.
Siendo África un continente con un gran potencial en las esferas económicas, comerciales o incluso demográficas, conviene, desde la esfera internacional, potenciar el papel de la seguridad, la gestión de conflictos y la crisis migratoria, junto con otros retos como la pobreza, el desempleo y el cambio climático.

Durante este breve ensayo, analizaremos como la inclusión de la Memoria Histórica puede ser un elemento clave para ayudar, desde la comunidad internacional, ya no solo a la resolución de conflictos enraizados en la historia, sino para el mantenimiento de la paz a largo plazo. No podemos olvidarnos tampoco de que ya existen herramientas y metodologías para la resolución de los conflictos (que no podremos repasar por completo debido a la brevedad de este ensayo) las cuales no podemos afirmar que tengan éxito, pues como veremos a continuación el uso de la fuerza en los conflictos es, en muchas ocasiones, el primer recurso utilizado en la intervención.

Siendo la educación frente al conflicto, un recurso poco explotado en el continente, ¿sería esta una forma de poder por fin curar las heridas enraizadas entre las comunidades? ¿Es el uso de la memoria histórica una herramienta positiva para las generaciones futuras?

Recorrido histórico y actualidad

Los conflictos han evolucionado con el paso del tiempo y con ello su naturaleza. Debemos comprender el pasado de los conflictos en África para entender el presente de los mismos.
El concepto de conflicto ha ido evolucionando a lo largo de la historia y ha ido teniendo diferentes interpretaciones, especialmente tras la colonización y en los contextos de la Posguerra Fría. Necesitamos comprender la descolonización como uno de los momentos claves, que impuso la búsqueda de una identidad dentro de cada país del continente africano, afrontando la construcción de procesos muy complejos que aún existen en el presente. “A partir de ese momento deben construir, en un corto periodo de tiempo, un Estado inspirado en el modelo del viejo continente y una identidad nacional, pero en entidades artificiales territorialmente, creadas por la administración colonial, sin una lógica étnica, lingüística e histórica coo para que esas sociedades se identificasen con la -nación-.” (Jara Cuadrado, 2015, p.9)

Tras las independencias y tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial se hizo cada vez más patente el antagonismo político, ideológico y económico entre las superpotencias fuera de África. La esencia de los conflictos internacionales externalizados dentro de las fronteras del continente africano fue y es una realidad. La esencia del conflicto reside en la incompatibilidad de los objetivos entre los actores, que pueden así estar a su vez relacionados con los recursos, el poder o la identidad. Especialmente tras las independencias y con evidentes diferencias en los grados de intensidad, se comienzan a suceder las guerras civiles africanas, donde las incompatibilidades entre diferentes grupos terminan en el intento de consecución de sus objetivos políticos a través de la fuerza y las armas.

Causas y características de los conflictos

Tras el final de la Guerra fría, apareció un nuevo orden mundial con conflictos importantes que se dieron en el centro de las Agendas de Paz y Seguridad, surgiendo así, nuevos rasgos en la naturaleza de los conflictos. Por lo general, usamos tres ideas para definir cualquier conflicto en el continente: (Navarro, 2021) las guerras étnicas, las guerras producidas por los recursos naturales y el fracaso o la mala gobernanza por parte de los estados africanos. Si bien es verdad que dichas ideas son imprescindibles para entender algunos de los procesos dados, no deben ser las únicas, pues por sí solas resultan incompletas para abarcar un fenómeno muy complejo. No podemos tampoco, universalizar todos los conflictos. Hay muchísimos elementos y actores que se desarrollan y transforman a medida que la forma del conflicto evoluciona también por sí misma.

En ocasiones, el diagnóstico que realizamos sobre las causas y problemas de las realidades del continente acaba creando soluciones condicionadas y, en consecuencia, poco acertadas para la gestión de los conflictos. “El diagnóstico que realizamos sobre las causas y los problemas de las realidades africanas y sus conflictos armados acaba por condicionar las “soluciones” que se ofrecen, y debido a ello, si estos diagnósticos son incompletos e insuficientes, las soluciones también lo serán.” (Iván Navarro, 2021, p.1)

Necesitamos ampliar la mirada e incluir, definitivamente, el resto de los elementos y herramientas para evitar la construcción de una sola historia. Partiendo de la base de que no podemos olvidar las particularidades de cada país y de cada contexto, encontramos multiplicidad de causas para el origen de los conflictos como son los factores económicos, la desigualdad y la identidad. A menudo la pobreza, la falta de recursos y oportunidades económicas y el desempleo, junto con otras características, son las causas que explican la continua inestabilidad que padece África. “Las dinámicas de los conflictos en África son muy complejas y merecen un análisis detallado. No obstante, en el origen de la mayoría subyacen unas mismas causas: un reparto injusto de la riqueza, regímenes autoritarios que mantienen los privilegios económicos de una minoría, militarización, discriminación étnica, represión política y violaciones de los derechos humanos.” (Paulina Correa, 2011, p.5)

La sociedad civil juega un papel importantísimo en la actualidad de los conflictos, llegando a ser incluso el blanco de estos. Los actores de estas llamadas “nuevas guerras» son difusos debido a su multiplicidad y el análisis del conflicto suele complicarse debido a la cantidad de elementos diversos que convergen en él. A pesar de ser conflictos intraestatales, hay multiplicidad de factores externos que se integran orgánicamente en el conflicto y que pasan a internacionalizarlo. Esta inclusión de actores externos implica también una ampliación de las fuentes de inseguridad.

Gran parte de los conflictos armados que se dan en el continente se encuentran íntimamente relacionados con la expansión del Estado Islámico y su influencia radical en el desarrollo de otros grupos locales con características específicas. Solo en 2019, nueve países del continente africano experimentaron conflictos relacionados con este grupo armado. Se ha producido también, un aumento de movimientos que realizan una interpretación fundamentalista de la religión musulmana, vinculándola con grupos terroristas. Conviene destacar la importancia de los factores estructurales en la creación y conformación de los conflictos, en los cuales, jóvenes formados y cualificados, sin oportunidades, ni expectativas, ni soluciones por parte del estado, victimas de la desigualdad, se adhieren a grupos de ideología radical.

Hay un cambio en el origen de las amenazas, pues ya no proceden solo del exterior, pero surgen como problemas internos que pueden llegar a convertirse en una amenaza para el estado mismo y para la población. Los conflictos no son solo amenazas directas físicas, si no aquellas necesidades básicas no cubiertas, encontradas bajo el paraguas de la vulneración de los derechos humanos y el desarrollo fallido.

Éxitos y fracasos de la comunidad internacional

La comunidad internacional frente a los conflictos suele intervenir en primer lugar, con intentos diplomáticos para intentar llegar a acuerdos de alto al fuego, diseñando y creando estrategias, así como soluciones políticas, sociales y económicas que resuelvan esas incompatibilidades. A lo largo de la historia se dan diferentes generaciones y evoluciones en las misiones de paz de la Organización de las Naciones Unidas. En el presente, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas busca en todo momento lograr 3 objetivos principales, conocidos como el Trilema del Consejo: maximizar el éxito de la misión, maximizar la rentabilidad y la eficiencia, y, por último, minimizar el riesgo procurando evitar fatalidades.

Hay cierto tipo de características clave en las misiones de paz, que pueden llegar a garantizar su efectividad. Las Misiones de Paz ya de por si disminuyen la probabilidad de conflictos a gran escala e indirectamente contribuyen a lograr la paz. El mandato y la dimensión son aspectos claves dentro de las misiones:

  • Las misiones multidimensionales (de carácter militar, político y humanitario con componentes civiles y sociales importantes) y robustas (con autorización militar táctica que busca reducir la resistencia de los actores y aumentar el consentimiento de intervención), están asociadas al éxito y a la prevención de la violencia de baja intensidad, democratización y reconstrucción internacional.
  • En cuanto al tamaño, los factores clave son el presupuesto y el número de efectivos desplegados. Cuanto mayor sea la fuerza militar empleada, mayor probabilidad existe en la reducción de la violencia, la protección de la población civil, el acceso a la cooperación y la paz. El numero de efectivos es irrelevante y la intervención militar será ineficaz si no se elige el mandato adecuado para la intervención.

    Caso de éxito: Costa de Marfil
    País en contexto de dificultades económicas y transición democrática que llevaron a una dinámica donde la política hizo uso de la identidad como instrumentalización y división social. Se produce una guerra civil en 2002 entre el norte del país caracterizado por un amplio uso de la religión musulmana y el sur de religión católica. Comienzan a mediar en 2002 la CEDEAO y Francia, a los cuales se unen la ONU en 2003. En 2011 con la segunda guerra civil, la misión pasa a ser multidimensional con mandato amplio y robusto, donde son utilizados varios componentes de actuación y una cantidad considerable de presupuesto y efectivos desplegados. Hubo ciertas acciones cuestionadas por las características del mandato robusto, pero la misión de la ONU finalizó oficialmente en 2017 con una relativa estabilidad política en el país.

    Caso de fracaso: Angola
    La guerra civil en Angola comienza con la transición a la independencia en 1975. El partido gobernante MPLA y el Grupo Rebelde UNITA apoyado por Estados Unidos y Sudáfrica, llegan a un acuerdo de paz en 1991, conocido como “Acuerdo de Bicesse” donde se disponía una transición a la democracia multipartidista bajo la misión de Naciones Unidas. Las elecciones de 1192, acordadas y previstas en el acuerdo de paz tienen como resultado la derrota de UNITA, los cuales no aceptan los resultados y comienzan una nueva guerra civil hasta el año 2002, cuando el líder Savimbi fallece. En este caso hay causas endógenas y exógenas que propiciaron el fracaso de la misión, entre las cuales podemos destacar que el tamaño y mandato de la misión fueron insuficientes, así como la financiación y la capacidad militar y organizativa. Estas acciones sumadas a la mala gestión de los actores implicados tuvieron resultados fatales.

    La memoria histórica como herramienta para el mantenimiento de la paz

    El fin de un conflicto no implica la paz, hay acuerdos que pueden no llegar a cumplirse y que se produzcan obstáculos entre los diferentes actores en el postconflicto. Hay retos importantes en el contexto postconflicto a tener en cuenta, tales como: evitar las recaídas en la violencia, las precisas reparaciones psicológicas y socioeconómicas (infraestructuras, educación y salud), recuperación de las personas refugiadas y desplazadas, la desmilitarización, la reconciliación, reparación y justicia, así como la reconstrucción de las instituciones del Estado que vuelvan a generar confianza a la población civil.

    El mantenimiento de la Paz ya no solo reside en trabajar los procesos que subyacen tras la resolución del conflicto, sino que integra la idea de alcanzar la igualdad social, jurídica, y económica que se encontraron en la base de las tensiones iniciales. Trabajar las desigualdades horizontales permitirá no regresar a un contexto con las mismas situaciones y los mismos actores presentes que alimentaron el conflicto.

    “El mal sufrido debe inscribirse en la memoria colectiva, pero para dar una nueva oportunidad al porvenir” argumentaba Tzvetan Todorov (1999) sobre la oportunidad que brinda esta misma para la construcción de paz.

    La asimilación de los testimonios y la recopilación de memorias de los supervivientes puede ser una de las herramientas mas importantes para que la humanidad comprenda las etapas que no deben volver a repetirse. Las memorias en tiempos de conflicto no se recolectan para obedecer a uno de los bandos o cualquier otra dinámica sinsentido, sino todo lo contrario, surgen y sirven como un recordatorio, un aviso, como una alarma inesperada de lo difícil, crudo y devastador que podemos llegar a ser entre nosotros mismos, como personas.

    Recoger el dolor y exponerlo en el escenario público serviría como mecanismo de sensibilización hacia las generaciones del presente y las futuras, para que el conflicto pasado no le resulte a nadie indiferente y para que jamás se naturalice y se haga cotidiano el enfrentamiento. “La memoria histórica es un recuerdo colectivo, una evocación volcada hacia el presente del valor simbólico de las acciones colectivas vividas por un pueblo en el pasado […] La memoria histórica permite desmitificar los enfrentamientos del presente y buscar soluciones” (García-Bilbao, 2002).

    Después de que toda una sociedad haya comprendido la profundidad de los daños e impactos causados por un conflicto, tarea extremadamente difícil, se necesita recordar. Pero no recordar en cifras, en resultados económicos o en índices de desarrollo, sino con testimonios. Dichos testimonios pueden tener el poder de dar espacio y conciencia a los procesos de construcción de paz.

    La necesidad de empoderamiento de la sociedad civil, en muchas ocasiones actores invisibilizados trabajando de forma aislada a la esfera oficial de construcción de paz, puede ser posible gracias al trabajo conjunto que trae la memoria para el perdón y la reconciliación. La educación y la sensibilización emergen como temas de vital importancia a la hora de determinar la paz y el desarrollo social del futuro y tanto las Organizaciones Internacionales como las Instituciones del Estado, deben generar espacios para comprender las dinámicas dadas, recapitular y conocer el camino que no se ha de volver a pisar. “La acción de memoria, el ejercicio de memoria tiene sentido en la medida en que posibilita la reconexión del sujeto como sujeto político, como el que actúa en lo público, como actor social, parte de, perteneciente a, sujeto de su propia historia y de la historia colectiva. El homenaje, el testimonio, el símbolo y el performance y todas esas cosas bonitas que se hacen para reconstruir la memoria histórica no tendrían sentido si no es para tomar conciencia de lo que nos ha pasado; (…) se trata de la sociedad, del tejido social que se ha roto y es allí donde toma sentido el sujeto, que es, además, un sujeto político colectivo que ha sido golpeado sistemáticamente para lograr precisamente ese efecto, el efecto indiferencia, el efecto postración.” (Juan David Villa Gómez, 2013, p.21)

    Es la herramienta de la memoria por tanto funcional no solo como recordatorio, sino como fundamento de soluciones y como herramienta para la consecución de la reparación postconflicto. La memoria debe usarse de manera adecuada y racional de modo que no forme parte de estrategias que en sus procesos violen los derechos de las víctimas, muchas de las cuales viven aún en su presente, el conflicto pasado.

    Conclusiones

    Debemos abordar las construcciones de paz desde un enfoque integral y multidimensional. A pesar de que existan mecanismos comunes y funcionales en las misiones internacionales para la estabilización y resolución de los conflictos armados, no podemos olvidar que cada contexto y país tiene sus particularidades, características y escenarios.

    Integrar el mayor numero posible de actores locales que lleven el liderazgo en la etapa post conflicto puede facilitar el empoderamiento social, con un trabajo directo y regional y con medios y herramientas útiles también para los actores internacionales. Como hemos visto, trabajar la memoria histórica, así como los problemas y causas estructurales que han conducido a la escalada de violencia puede ser de las medidas más efectivas para la reparación.

    Debemos poner en primera línea la cuestión de la memoria histórica, integrándola en los procesos de reconstrucción de paz y proporcionando herramientas a los estados que impliquen entre ellas, una reeducación de la sociedad civil para la no repetición de la violencia. La sostenibilidad de la paz es imprescindible para que los diferentes actores implicados puedan recuperarse y establecer así nuevas dinámicas, diálogos y elementos base para el desarrollo de las comunidades bajo la cooperación mutua, asentando así también las raíces pacificas del funcionamiento del Estado.

Trata esclavista africana: bases para la colonización en el continente y la construcción de las culturas en el Caribe

Adriana Gómez Izquierdo

Entendemos el concepto de esclavitud, en muchas ocasiones, como comercial o económico, cuando evidentemente va mucho más allá. Es la esclavitud, la situación de una persona que carece de derechos fundamentales de forma permanente, así como de libertad, por ejercer un tercero sobre ella todos o algunos de los atributos de propiedad, reduciendo de esta forma a la persona en situación de trata, a un simple objeto.
Es entonces la esclavitud una forma de sometimiento que se practicó en el pasado y que, para vergüenza del mundo, sigue dándose en nuestros días de diversas formas y bajo diferentes métodos. La esclavitud no era algo desconocido en África cuando llegaron los colonos, lo único que las formas en las que era practicado en el continente eran muy diferentes a occidente, o en comparación con la Grecia antigua, más concretamente. Con la llegada de los europeos se produjo un giro en la historia, modificándose la concepción de esclavitud y asimilando el concepto de propiedad o cosa.

La ocupación por parte de los europeos del continente americano, así como la posterior ocupación del continente africano, ha repercutido enormemente a lo largo de la historia, estableciendo dinámicas y fomentando unas consecuencias que perduran en la actualidad de las comunidades y sociedades caribeñas y africanas.

En el presente, muchos africanos consideran la trata de esclavos y la posterior colonización, como las causas principales de la falta de desarrollo y de las crisis actuales. Resulta imposible precisar con exactitud hasta que punto se enraizaron las dinámicas impuestas por los colonos europeos en la autoestima, la mentalidad y en la calidad de las relaciones con otros seres humanos, dentro del continente, pero no podemos obviar los efectos que perduran a día de hoy: la dependencia económica internacional, la expoliación de recursos, el racismo institucional, la falta o incapacidad de establecer políticas públicas y de calidad, fortalecimiento militar etc.

En este breve ensayo, también analizaremos brevemente como las rutas de trata esclavista de África a América, establecieron una serie de premisas que facilitaron la diversidad y patrimonio cultural de la zona a día de hoy.


Breve recorrido sobre la trata esclavista en África

Los europeos comenzaron a llegar al continente sobre todo a partir del siglo XV, estableciendo objetivos en la costa africana con carácter temporal pero que terminaron siendo muy útiles para el comercio internacional. Son los españoles los primeros en realizar actividades de trafico de esclavos en el nuevo mundo, con base en la actual Angola, inicialmente dominada por los portugueses. El crecimiento del tráfico de esclavos se daba desde las zonas de Senegal, Ghana, Congo y Angola. A medida que fue creciendo resultó en una profundización hacia el continente para que pudieran darse los intercambios de mano de obra y materiales que perpetuarían los sistemas de la trata.

La mano de obra proporcionada por la trata esclavista y las nuevas plantaciones en las costas americanas, tuvieron en consecuencia la expansión de las rutas entre América y Europa para la comercialización de los productos cultivados. Los esclavos pasaron a ser considerados activos laborales, lo cual creó y alimento con posterioridad, la justificación moral del colonialismo europeo. Hubo resistencias, por parte de la población africana en forma de revueltas en las plantaciones, daños a los barcos que les transportaban y movimientos religiosos contra el comercio transatlántico. Todo esto a su vez favorecería muchas de las políticas abolicionistas que se dieron con posterioridad.

“El tráfico de esclavos entre África y América fue uno de los principales dramas de la humanidad. Por esta vía, en América se introdujeron más de doce millones de africanos que convertidos en esclavos fueron forzados a trabajar en las plantaciones de cultivos tropicales (caña de azúcar, tabaco, café, añil, arroz, cacao, algodón, etc.). La travesía del Atlántico se realizaba en los llamados “barcos negreros” o barcos de esclavos y recibió el nombre de Middle Passage, Pasaje Medio. En el transcurso del viaje, que duraba entre dos y tres meses, murieron cerca de dos millones de africanos.” (Naranjo, 2020) Durante los años de la trata esclavista se generaron tres rutas diferentes, las cuales tenían mayor o menor flujo de personas:

1) Rutas de esclavos utilizadas dentro de los propios reinos africanos, de tipología comercial y transahariana, utilizadas sobre todo a partir del siglo X. Los esclavos eran considerados una institución complementaria a las familias. Entre los siglos VII y IX, se calcula que llegaron a ser entre 9 y 12 millones de esclavos.

2) Rutas que iban desde la costa este hacia el Mar Rojo y el Océano Índico. Las personas que trasladaban solían servir en el ejército o como agricultores para los cultivos. Entre los siglos VII y IX se calcula que transcurrieron por estas rutas unos 8 millones de personas.

3) Rutas que avalaban y estimulaban el comercio transatlántico como sistema de comercio internacional, creando una red triangular entre África, América y Europa. Fue la ruta más grande, donde entre los siglos XVI y XIX hubo un volumen de entre 25 y 30 millones de esclavos.

El volumen de la trata esclavista fue tal, debido a las condiciones de las rutas, los conflictos, las enfermedades y la muerte. Entre el 10-15% de los cautivos morían en la travesía solo de camino a la costa africana para luego ser transportados en barco hacia América. Además, durante la travesía en ruta por el océano entre el 15-25% de los esclavos moría debido a las condiciones infrahumanas. Se calcula que los esclavos tenían una esperanza de vida de entre 5 y 6 años después de ser capturados, en las plantaciones americanas, siendo además la esclavitud una condición que heredabas en la familia. Siempre morían más esclavos de los que nacían, por lo que la economía y el comercio esclavista necesitaba la constante introducción de africanos en sus plantaciones.

La trata esclavista tuvo grandes impactos a nivel continental e internacional. Amplió y diversifico las redes de comercio, creando oportunidades para las élites africanas que participaban en ellas, haciéndose con el monopolio del continente. Se desarrolló un entramado jerárquico y de carácter político-militar con una centralización territorial mediante la cual se realizaban intercambios con los europeos. Dicha actividad comercial con gobiernos militarizados, fomentó la creación de una atmósfera de violencia donde se estimularon los conflictos entre los estados. Se da, además, una penetración de otras creencias y religiones, con cambios que benefician solo a unos pocos, prolongando el subdesarrollo económico y la dependencia del continente frente al sistema internacional, creando enormes desventajas.

El racismo de hoy en día contra las personas afrodescendientes tiene su origen en la esclavitud de africanos y las rutas esclavistas hacia las Américas. El estatus del esclavo y su supuesta inferioridad, así como el vínculo entre esclavitud y negritud, sirvieron para justificar los crímenes de la trata, esclavitud y estigma.

Los esclavos nunca pudieron ser campesinos libres pues nunca tuvieron acceso a la tierra, tampoco libres trabajadores remunerados, debido a la introducción de mano de obra mas barata procedente de la India o China. Los propietarios de los esclavizados en el Caribe fueron recompensados por la pérdida de sus “bienes”, pero no los propios individuos esclavizados por su libertad robada y el trabajo no pagado.

“Nuevas investigaciones históricas refuerzan la tesis de Eric Williams que en su obra Capitalism and Slavery (1944) señaló que el tráfico de africanos y la esclavitud en el Caribe y Norteamérica cofinanciaron la Revolución Industrial en Inglaterra y dieron un empuje a varios ramos de su economía. Los recientes estudios sobre los beneficios de la esclavitud (…) y la recompensación pagada a los propietarios por la pérdida de los esclavizados permite comprobar lo siguiente: el complejo tráfico-esclavitud-plantación contribuyó al auge económico de Europa en general y de Inglaterra en particular.” (Naranjo, 2020)


La trata esclavista como base para la colonización del continente africano

La trata esclavista fue el escenario perfecto para la pavimentación de una vía para la colonización en el siglo XIX. Fue a finales de ese mismo siglo cuando comienza la expansión colonial europea habiéndose “abolido” la esclavitud. La trata de esclavos continúa en el continente africano, siendo los europeos testigos, debido a sus necesidades e intereses por mantener y establecer comercios y acuerdos con las élites africanas.

“Uno de los efectos paradójicos de la Abolición fue que tan solo en el XIX se transportaron tantos africanos a Cuba como se había hecho en los tres siglos anteriores.” (García, 2008)
La abolición de la trata esclavista fue siempre llevada a cabo desde un punto de vista económico, pues permitía extraer recursos al enemigo y a las potencias externas. El legado de muchos europeos y americanos que hicieron fortuna de ello ha sido cuestionado. A ellos pertenece el espacio público y la educación, donde llenamos plazas con sus estatuas y libros con sus nombres y jamás ha habido un reconocimiento para las víctimas. El continente africano no ha dejado se ser objeto de diversas formas de opresión a lo largo de su historia, dándose así paso a paso, un sistema de explotación que pone el foco en los más vulnerables.

“Cabe señalar que si bien es cierto que la situación que actualmente prevalece en África es consecuencia de su pasado histórico no se debe soslayar el papel que ha jugado a partir de los procesos de independencia la propia élite africana. Ambos elementos los podemos inscribir en la lógica del sistema capitalista, el cual fundamenta su accionar en mecanismos de violencia y apropiación.” (Cruz, 2009

Hay algo de los que no se habla en el continente africano, y esa es su historia. Los pueblos africanos ignoran por completo el porqué de los siglos de inmersión en las culturas occidentales, las imposiciones lingüísticas y religiosas, las normas sociales y laborales, etc. Ignoran porque se colonizó el continente y todo lo que llegó a pasar en él.

Desde occidente el tema de la trata y de la esclavitud tampoco esta en los libros de texto o en las universidades. La poca información que tanto los africanos como los occidentales recibimos de estos años resulta una perversa forma de utilizar la historia para “reafirmar los valores patrios conseguidos, para desviar atenciones” (García, 2008). Fue la metodología y creación de todo el entramado esclavista, lo que afianzó y conformó las grandes fortunas internacionales, las cuales muchas han resultado en las actuales multinacionales del siglo XXI.

Tras la abolición, se creó un sistema de desarrollo capital por el cual millones de personas se convirtieron en “trabajadores” bajo unas condiciones fraudulentas (pero legales) que permitían a los ricos seguir siendo ricos, mientras se desestabilizaba a miles de pueblos enteros con su entrada coercitiva en el comercio mundial. “Con estos métodos, era indudable que el gran capital había salido ganando con la abolición de la esclavitud. Con un régimen real cuasi esclavo, el patrón no debía preocuparse por la amortización de los trabajadores porque, para que se ocupasen ellos mismos de sus propias necesidades, les pagaban un salario. Seguro que hicieron el cálculo del ahorro.” (García, 2008)
Ningún beneficio sacaron los pueblos africanos de todas estas prácticas, más que las consecuencias y el drama que a día de hoy perdura en las comunidades del continente. Los poderosos han ido clasificando a los individuos y a pueblos enteros durante siglos con las categorías de “usable” y “desechable”, con el único propósito de hacerles invisibles a estos y a sus necesidades vitales, no vaya a ser que si se les incluye en la sociedad esto tenga consecuencias negativas en el capital.


Herencia cultural de la trata esclavista en el Caribe

La influencia cultural africana en el continente americano, y especialmente, en el Caribe, resulta ser un componente muy importante en la formación identitaria de los pueblos que forman parte de esta área, fundamentalmente, desde el punto de vista demográfico, histórico, religioso y cultural. La masiva presencia de negros africanos en estas costas permitió un proceso de transculturación en el cual las lenguas de los blancos europeos interactuaron con la de los negros esclavos, dejando una huella que llega hasta la actualidad, la cual puede percibirse en las modalidades actuales de los idiomas europeos implicados en esta transculturación. Este influjo cultural no siempre ha sido valorado en su justa medida, exagerando en el mestizaje la cultura europea por encima de la africana.

En el caso particular del español, éste estuvo expuesto, al contacto con las lenguas africanas, cuyos aportes conforman uno de los elementos que le brindan a esta modalidad un matiz particular en el Caribe. De aquí se deduce que cualquier acercamiento a la caracterización del español hablado en el Caribe, debe tomar en cuenta este componente lingüístico. Como es sabido, la trata de esclavos africanos en el Caribe tuvo lugar en un período que va de 1517 al 1848 aproximadamente. Esta gran inmigración provenía de territorios subsaharianos que al llegar a estas tierras se fusionaron y contribuyeron a la formación criolla de las nacionalidades hispano-caribeñas.

La inmigración africana estaba compuesta por personas de diferentes etnias, con diferentes lenguas, cultura y religión, siendo este un factor de importancia que determinó que ellos recurrieran al español para poder comunicarse entre sí. “El cruce de razas enciende el intercambio de valores culturales. El mestizaje acelera la integración cultural y de esto evolucionan los rasgos fundamentales de la cultura caribeña. La perseverancia del negro por dar continuidad a sus prácticas religiosas provee cierto grado de mantenimiento cultural de la lengua, la música, el baile, el canto y las creencias. De ahí se llega al negrismo, de la pluma al papel y de los pinceles al lienzo. Esa mezcla, esa síntesis y ese sincretismo pasa a lo mulato, a lo mestizo y a lo entremezclado—a toda la originalidad que compone la cultura del Caribe: la cultura afrolatina.” (Betancourt, 2008)

Conclusiones

El proceso de esclavización produjo la invisibilización de los pueblos y de las culturas reducidas bajo términos como africanos, esclavos o negros. La esclavitud y su memoria han provocado a lo largo de los siglos una estigmatización de quienes fueron esclavos y en ocasiones también de sus descendientes. Las diferencias físicas de las poblaciones procedentes de África, sin base genética alguna, contribuyeron a fortalecer las ideas sobre la superioridad e inferioridad de unas poblaciones frente otras, y a cimentar los conceptos civilizado/bárbaro y civilizado/salvaje. Estas diferencias justificaron la esclavitud, el colonialismo y posteriormente la exclusión y el racismo.

Por otro lado, sin duda alguna, para comprender la cultura Caribe es fundamental entender que no se trata de un todo homogéneo, lo cual es comprensible por la diversidad de sujetos sociales involucrados y su continua respuesta a situaciones cambiantes, las mismas que, en sentido estricto, ellos mismos generaron. Es básico entender que la población esclava, lo mismo que los esclavistas, no representaba un todo homogéneo lo cual es posible destacar ejemplificando, además de lo anotado con anterioridad, varias facetas de la vida esclava en la colonia.

Un primer aspecto que hizo más compleja y dinámica a las sociedades esclavas fue que, además de los múltiples orígenes culturales africanos, la población esclavizada nacida en América comenzó pronto a representar una proporción significativa (Romano y Carmagnani, 1999). Por otro lado, para poder entender la cultura africana en el caribe colonial, se hace necesario querer comprender el carácter conflictivo que la cultura puede tener, mediante la cual las poblaciones que habían sido esclavizadas necesitaban prepararse frente al sistema e instituciones esclavistas. Aquellas actitudes que se dieron para la integración y la posibilidad de adaptación para la creación de alianzas deben ser estudiadas y comprendidas como estrategias que dan respuesta a la necesidad del sentido identitario y la cohesión, que permitieron a muchas personas sobrevivir a la estructura esclavista a la que se habían visto forzadas a vivir.

“Sin embargo, a pesar de que el carácter de la esclavitud encierra a los sujetos sociales en las dualidades persona/mercancía, personas/propiedad, no pudo impedir la recreación de las identidades en los nuevos territorios “a través de un ejercicio permanente de recuperación de sus historias (…) a través del sincretismo y la creación de nuevas adscripciones, lingüísticas, religiosas, étnicas…” (Menjívar, 2006)

Comercio de esclavos en Benín: antecedentes, rutas y personas.

Marina Fidalgo de la Rosa

Chateau des ducs de Bretagne – Musée d’histoire de Nantes, Alain Guillard

Vamos a retrotraernos a otra realidad. Una realidad que en ocasiones no parece tan diferente a la nuestra. Desde el siglo XV hasta bien entrado el siglo XIX, el comercio de esclavos —y por tanto la esclavitud— fue una constante en el triángulo que forman los países europeos y sus respectivas colonias en el continente africano y americano. El interés internacional se centraba en las posibles exportaciones del nuevo mundo: el nuevo reto colonizador. El continente que en siglos previos fue visto como fuente de riqueza, se convertía ahora en una nueva mina; los recursos explotados en este caso serían las propias personas: daba comienzo (o se impulsaba, mejor dicho) el comercio de esclavos. Con el desarrollo de las grandes explotaciones en América, como las plantaciones de caña de azúcar, se hacía necesario contar con mano de obra que se encargase de esta incesante y ardua tarea. Siendo una expresión más de la despersonalización africana, que se convertía en la tercera etapa del nuevo orden de comercio global: Comercio triangular, en el que bienes materiales se enviaban desde Europa a África, y desde aquí partían esclavos hacia América, que permitían la producción de materias primas que eran exportadas a Europa.

Pero, ¿cómo se crea esta lógica? Era obvio que era menos costoso obtener esclavos en Europa y saltarse el paso intermedio de intercambio en África, lejos del poder político, económico y militar existente en Europa. El que esta opción no fuera considerada seriamente plantea una cuestión fundamental: ¿Quién podía ser esclavo? Cada sociedad ponía una excusa para justificar su respuesta. El comercio de esclavos fue así el producto de diferencias en la construcción de la identidad social y la tecnología transatlántica que puso súbitamente en contacto unas con otras las sociedades del Atlántico´ (David Eltis. Emory University- 2007) pasando por explicaciones que parecen incluso defender el uso de la población Africana como esclava (…Africans, on the other hand, possessed the required immunities´- Liverpool Museum: The archeology of Slavery) Sin embargo, esta nueva actividad comercial se puede analizar desde un doble sentido: se establecen las bases del racismo que permiten considerar a los africanos como personas de otra categoría, y que por ello podrían ser sometidos y comprados a un precio menor en las relaciones internacionales, y por medio de los incentivos económicos para las élites africanas esclavistas, se crea el caldo de cultivo perfecto para el crecimiento de las diferencias tribales y étnicas, que tanta influencia tienen en el desarrollo posterior de algunos países.

Esto tuvo diferentes impactos en cada población esclavizada. Me gustaría centrar este ensayo en lo acontecido en el actual país de Benín. Convirtámonos en uno de los muchos esclavos y esclavas que siguieron esta ruta. Arrancados de nuestro lugar de origen, llegamos a la ciudad de Ouidah. La economía de esta zona comenzó a verse manchada por esta nueva dinámica, creándose la figura de grandes esclavistas asentados en estas costas y favorecidos por los reyes de la antigua Abomey. Aquí es donde, en la plaza Chacha, los extranjeros, alojados en alguno de los 5 fuertes que llegó a tener la ciudad (el fuerte belga, el danés, el inglés, el francés y el portugués) procedían a tu compra, pasabas a cargo del mejor postor. A continuación, tu nuevo propietario te llevaba, junto con tus nuevos compañeros/as de viaje, al lugar donde eras marcado a fuego: ahora tenías otro nombre, un número…se comienza a borrar tu pasado. Aún dolorida por tu nuevo bautizo llegas al Árbol del olvido, donde, tras realizar la tradición, dando 9 vueltas al mismo si eres hombre o 7 si eres mujer, oficialmente queda borrado cualquier rastro de tu antigua historia.

Y así, recién nacido, alcanzas la que será tu cárcel durante los siguientes meses: la Casa Zomai (donde la luz o el fuego no llegan). Este lugar será tu escuela: aprenderás a convivir en la oscuridad hacinado con el resto de aprendices de esclavo, a comer pan y agua una vez al día y cómo este camino sólo lo superan los más fuertes (los que no iban a parar a la Zoungbodji o fosa común) Si has superado todas estas pruebas llegamos al lugar donde en la actualidad se erige la Puerta de no Retorno (1922) donde te espera un barco para llevarte al `nuevo mundo´.

Esta ruta, que dio origen al proyecto de la UNESCO `La Ruta del Esclavo´ que comentaremos a continuación, fue durante casi dos siglos (desde 1670 hasta mediados del siglo XIX) el principal puerto de embarque de esclavos en África Occidental con destino a América. Para entender la importancia de esta zona como ruta comercial debemos pensar en diversos factores: por un lado, su situación geográfica, cercana al litoral, así como su situación sociopolítica. Se estima que en el país se exportaron hasta 20 mil esclavos anuales en el siglo XVIII y 12 mil anuales en el siglo XIX hasta 1820.

Los orígenes de Dahomey pueden ser trazados a partir de un grupo adjá (aja) del reino costero de Allada (Reino de Adra o de los Ardres). Según la tradición, el rey Kokpon de Allada tuvo tres hijos: Meji, Té Agbanlin y Gangnihessou o Ganixësu. Después de una disputa sucesoria hacia 1625, el primero sucedió a su padre como rey de Gran Ardra, mientras que Té Agbanlin partió hacia el sur, donde fundó Adjatché (que posteriormente fue bautizado como Porto Novo por los comerciantes portugueses), y Gangnihessou se dirigió al norte para establecerse en Abomey, núcleo del futuro reino de Dahomey. El nombre de Dahomey, Abomey o Abomé hace referencia a un fuerte que en fon se denomina agbomé. En Abomey o Dahomey se organizó un reino fuertemente centralizado y apoyado por un ejército profesional. A lo largo de los años, los adjas se fueron mezclándose con la población autóctona, dando origen al grupo étnico hoy conocido como fon o dahomey. A lo largo del siglo XVIII, la principal actividad económica de Dahomey era el comercio de esclavos, que capturaban en sus incursiones contra las poblaciones vecinas y luego vendían a los tratantes europeos.

Tras la llegada de la colonia francesa se implantó aquí el primer fuerte europeo (1671), que fue rápidamente seguido por ingleses y portugueses, potenciándose el existente comercio de esclavos que tenía ya lugar en esta región. Hasta 1727 Ouidah no era más que el puerto de un reino independiente (Dahomey), que vio la clave para solucionar sus pretensiones expansionistas en esta nueva actividad comercial: el comercio transatlántico de esclavos con destino a América. Todo esto llegó a su máximo esplendor en 1818, cuando Ghézo accedió al poder, mediante el primer golpe de estado que tuvo lugar en esta región, y apoyado por la complicidad de un famoso traficante de esclavos brasileño: Félix de Souza. Como agradecimiento a su incondicional lealtad, se le otorgó el título de `Chacha´, convirtiéndose en el principal organizador del comercio de esclavos en esta región, así como en el intermediario entre Europa y el rey de Abomey. Centro neurálgico de esta nueva red transatlántica, Ouidah adquirió además un papel de nexo esencial, donde las diferentes poblaciones entraban en contacto y tuvo lugar todo tipo de mestizaje: esclavos fon, yoruba, haoussa, esclavistas europeos, intermediarios portugueses y brasileños…crearon un magma de diversidad cultural, al que se sumaron rápidamente los «retornados» de Brasil. Prueba de esto la obtenemos en tradiciones actuales que implican el vudú, nacido originariamente en esta zona del actual país beninés, y que están presentes en varios países latinoamericanos como Haití.

El vudú se convirtió en el lazo de unión entre la comunidad de esclavos afrodescendientes, que ahora se encontraban con una cultura muy diferente a la suya. Encontraban en esta práctica espacios de reunión donde socializar entre iguales, llegando a suponer un acto de rebeldía, ya que en Haití llego a estar prohibido, sancionando a los colonos cuyos esclavos acudían. Es en este entorno de debate y reflexión dónde empiezan a surgir pretensiones revolucionarias de alzarse contra los esclavistas. Comienzan a pasar del pensamiento a la acción, precedidos siempre de diferentes ritos protectores. Como dice Romero Amaya: `El vudú considerado como la herramienta de la conspiración, logró reunir a prácticamente todos los esclavos de ascendencia africana bajo una misma creencia y un conjunto de prácticas rituales que los mantenía relacionados, quizás constituyéndose como la fuerza más cohesionada que los blancos debían suprimir´.

A modo de conclusión, me gustaría terminar mencionando brevemente el proyecto de la UNESCO introducido anteriormente. Bajo el nombre: “La Ruta del Esclavo: resistencia, libertad, patrimonio” este proyecto creado en 1994 en Ouidah pretende `contribuir a una mejor comprensión de las causas y modalidades de funcionamiento de la esclavitud y la trata negrera, así como de las problemáticas y consecuencias de la esclavitud en el mundo (África, Europa, Américas, Caribe, Océano Índico, Oriente Medio y Asia); Evidenciar las transformaciones globales y las interacciones culturales derivadas de esta historia; Contribuir a una cultura de paz propiciando la reflexión sobre el pluralismo cultural, el diálogo intercultural y la construcción de nuevas identidades y ciudadanías´ A través de diversas publicaciones y contenidos educativos, consigue mantener en los debates actuales el impacto de la esclavitud en las diferentes culturas, promoviendo la investigación de esta etapa histórica tan incómoda.

Formas de resistencia cultural: los fang en la Guinea Española

Luis Pérez Armiño

La delimitación cronológica de la presencia colonial de España en la región ecuatorial de África depende de las fuentes que empleemos. Desde el punto de vista meramente documental, podríamos situar su origen en 1778, cuando los reinos de España y Portugal firman los Tratados de San Ildefonso y de El Pardo. Por estos acuerdos, Portugal cede a España una serie de territorios en el golfo de Guinea, además de la isla de Fernando Poo, la actual Bioko. Sin embargo, la presencia efectiva de los españoles en estos territorios es más tardía. Prácticamente, si nos referimos al territorio de Fernando Poo, debemos remitirnos a mediados del siglo XIX, cuando los españoles hacen efectiva su ocupación de la isla, en respuesta a las presiones británicas para hacerse con este territorio. Respecto al territorio continental, los españoles deciden su ocupación y explotación comenzado el siglo XX. El final de la presencia colonial española se da con la independencia de la República de Guinea Ecuatorial, celebrada solemnemente el 12 de octubre de 1968.

Guinea Ecuatorial, en cierto modo, ha ocupado un interés marginal en el ámbito académico español, situación que está siendo corregida en los últimos tiempos. Las primeras referencias son las crónicas de los exploradores y viajeros, que recorrieron la colonia entre finales del siglo XIX y principios del XX. Viajes, que, con supuesto carácter científico, estaban patrocinados por instituciones privadas y que buscaban describir la potencialidad económica de las posesiones africanas, más después del desastre colonial de 1898. En este contexto, los trabajos de Günter Tessmann, sobre los fang (publicado en 1913) y sobre los bubis (en 1923), ofrecen las primeras noticias de carácter etnográfico sobre estos grupos. El interés científico por la Guinea Española se incrementa después de la guerra civil y en relación con la política exterior del nuevo régimen franquista. En este contexto, podemos destacar los trabajos patrocinados por el Instituto de Estudios Africanos (IDEA), creado en 1945, por un decreto publicado el 28 de junio en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Bajo una supuesta intención científica, el fin último de los trabajos de IDEA no era otro que rentabilizar el aprovechamiento económico de la colonia. Habría que esperar a la independencia del país y la llegada de la democracia en España para que el panorama cambiase, y se fuese generando un corpus bibliográfico en torno a muy diferentes facetas de los territorios de Guinea Ecuatorial.

En líneas generales, la literatura generada en torno a la colonia española de la actual Guinea Ecuatorial ha transitado entre dos posturas. Por un lado, todas aquellas obras, que han recuperado el papel ejercido por la administración colonial española. Durante años, dominó la idea de la bonanza asociada a los territorios ecuatoguineanos, gracias al tesón de los colonos, dedicados a los cultivos de exportación, especialmente el cacao. Ejemplo de este tipo de investigaciones es el amplio estudio publicado por Sial y Casa de África en 2014 con el explícito título de Aquel negrito del África tropical. El colonialismo español en Guinea (1778 – 1968), obra de Fernando Ballano Gonzalo. En general, se trata de trabajos en los que es fácil percibir una cierta nostalgia, y que insisten en el desarrollo económico de la colonia, en relación con la metrópolis; o en las diferentes fases administrativas por las que pasa este territorio, que llegó a ser provincia española. De hecho, los territorios ecuatoguineanos fueron los únicos capaces de organizar unas elecciones democráticas bajo el auspicio de un régimen dictatorial.

Han surgido visiones revisionistas, que tratan de desentrañar todos los resortes del sistema colonial español, denunciando sus abusos y sus deficiencias. Uno de los escritores más destacados es el antropólogo catalán Gustau Nerín, con una amplia producción publicada, entre los que destacan títulos como La última selva de España. Antropófagos, misioneros y guardias civiles (Los libros de la Catarata, 2010), Un guardia civil en la selva (Ariel, 2007) o Guinea Ecuatorial, historia en blanco y negro (Ediciones Península, 1998), entre otros muchos artículos y referencias académicas. En la mayoría de estos casos, desde distintas perspectivas y con una postura crítica, se cuestiona la acción colonial española. En la misma línea, por situar otro ejemplo, podemos citar la exposición Ikunde. Barcelona, metrópoli colonial, que tuvo lugar en el Museu de las Culturas del Mon, en Barcelona, entre junio de 2016 y febrero de 2017. A partir de la historia de Copito de Nieve, el famoso gorila albino del zoo barcelonés, se realiza un análisis detenido del papel de Barcelona en la explotación colonial de los territorios ecuatoguineanos.

Desde una perspectiva antropológica, sí que me gustaría destacar la labor investigadora desarrollada desde la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Me refiero a las Jornadas de Antropología de Guinea Ecuatorial, celebradas por primera vez en la ciudad de Bata, en 2008, y de las que hasta el momento se han celebrado hasta cuatro ediciones. En este mismo ámbito académico, Raúl Sánchez Molina publicó en 2011 El pamue imaginado, obra fundamental para comprender la visión española de los territorios de la Guinea Española, o los trabajos etnográficos de Íñigo de Aranzadi o Isabel de Aranzadi, por solo citar algunos ejemplos.

Podemos afirmar que existe un imaginario en torno a la colonización española de Guinea Ecuatorial, que afirma el papel benefactor de la presencia española en la región. Se asume que la administración colonial española fue capaz de generar una estructura económica, sobre la base del cacao, con una altísima productividad. La exportación de cacao, con un fuerte intervencionismo estatal, favoreció el crecimiento económico de la colonia, en unos niveles comparables a los de la economía peninsular. Pero bajo este relato tan propio del colonialismo paternalista desarrollado por las potencias europeas que intervinieron en el continente africano, la investigación descubre una realidad distinta. La presencia española en la región del golfo de Guinea no se resolvió como una pacífica implantación de un sistema productivo altamente rentable. El colonialismo español se enfrentó a numerosas contradicciones, y debe asumir muchos de los errores asociados a los regímenes coloniales que se implantan en el continente a principios del siglo XX. Además, hay que considerar las peculiares características del colonialismo español en la región ecuatorial africana: frente al valor simbólico de las posesiones en el norte de África, sobre todo relacionadas con la élite militar, las autoridades metropolitanas españolas mostraron un casi absoluto desinterés por los asuntos ecuatoguineanos. Solo el régimen franquista avivó el interés por la Guinea Española, siempre condicionado por el beneficio económico.

El territorio actual de Guinea Ecuatorial ofrece un panorama multiétnico, con dos grandes regiones: la isla de Bioko, con capital en Malabo, la antigua Santa Isabel de la colonia española; y la región continental, con capital administrativa en Bata. En la actualidad, la constitución ecuatoguineana reconoce cinco grupos culturales. La isla de Bioko se encontraba habitada por los bubis. En el continente, la franja litoral estaba poblada por los grupos que los españoles denominaban “playeros”, y que incluían a diversos grupos, junto con los fang que habitaban el territorio interior, en desplazamiento de tipo semi nómada hacia las costas. Este panorama se completaba con la presencia de los fernandinos en la isla de Bioko, descendientes de esclavos liberados y que constituían la élite de la isla, evidentemente junto con los colonos españoles. Por último, en la isla de Annobón, único territorio ecuatoguineano en el hemisferio sur, habitaban los annobenses, en muchos casos descendientes de esclavos emancipados, y que hablaban un dialecto criollo portugués.

El proceso colonizador español en Guinea Ecuatorial estuvo protagonizado por los misioneros, principales terratenientes de la colonia, junto con diversas empresas de particulares. El interés español por este territorio se resumió en el cultivo del cacao y en la explotación maderera del interior del país. La colonización se desarrolló en dos periodos. El primero de ellos asentó la presencia española en la isla de Fernando Poo, estableciendo una capital administrativa en la ciudad de Santa Isabel, hoy Malabo. En un momento posterior, se inició la colonización de los territorios en torno al río Muni. Según el acuerdo establecido con Portugal a finales del siglo XVIII, los territorios concedidos a la corona española eran más extensos. Sin embargo, la presión de las potencias coloniales, especialmente de Alemania al norte, en Camerún, y de Francia en el sur, en Gabón, redujeron de forma considerable el territorio de la colonia española en el continente.

Frente a la idea de una expansión colonial sin apenas resistencia, la investigación ha resaltado que los habitantes de los territorios ecuatoguineanos ofrecieron diversas estrategias de resistencia. El trabajo desarrollado por Nuria Fernández Moreno (2004) demuestra que los bubis reaccionaron ante la presencia española, retirándose a territorios difícilmente accesibles, y definiendo una estructura jerárquica que favoreció la centralización del poder en la figura de un monarca. De hecho, la actual denominación de la capital de la república ecuatoguineana toma el nombre de uno de estos monarcas, Malabo. El rey bubi estaba sometido a una serie de prescripciones de carácter religioso, entre las que podríamos destacar la prohibición de mostrarse ante hombres blancos. De hecho, en el idioma bubi el término mukara designaba al «demonio blanco». Es difícil precisar la entidad de estos enfrentamientos, y su consideración está condicionada por nuestra percepción del enfrentamiento bélico. Para la visión europea, la resistencia bubi adquirió forma de escaramuzas, que se resolvían prácticamente con unos pocos disparos al aire y que se saldaron con un escaso número de bajas. Sin embargo, desde la perspectiva bubi, es fácil comprender el impacto que suponía enfrentarse a los destacamentos españoles, por muy mal perpetrados que estuviesen (Pérez Armiño, 2018).

Los colonos españoles en la isla denunciaban el escaso interés de los bubis por el trabajo. Les sorprendía que solo desarrollasen aquellas actividades que les asegurasen el sustento básico, y no realizasen esfuerzos por incrementar sus posesiones. La legislación colonial reconoció este hecho, facilitando la posesión de terrenos a la población bubi, que podían ser trabajados para su propio beneficio. Sin embargo, la falta de mano de obra se convirtió rápidamente en un grave problema para la actividad de las plantaciones de cacao de la isla. Los administradores españoles recurrieron a diversas estrategias para atraer mano de obra a la isla, mucha de ella procedente de Nigeria o de Sierra Leona. Las duras condiciones de trabajo, en un régimen casi de semi – esclavitud, son evidentes al comprobar los litigios que las autoridades británicas españolas emprendieron contra las españolas. A pesar de los acuerdos con las autoridades coloniales británicas, por los que se proporcionaba abundante mano de obra para trabajar en las plantaciones de cacao de la isla, la falta de trabajadores fue un problema recurrente, que amenazaba toda la estructura económica de la colonia.

Para paliar esta situación, las autoridades españolas decidieron afianzar su presencia en el territorio colonial. La región estaba poblada por los fang. Este grupo seminómada era considerado por los españoles como más feroz y propenso a la guerra. Incluso, los consideraban más cercanos a la condición de los blancos, por sus capacidades físicas y su carácter guerrero. Los fang habitaban pequeñas unidades de producción, que explotaban el territorio circundante por un sistema de tala y quema, que agotaba rápidamente la tierra, lo que les obligaba a trasladarse de forma periódica. Este movimiento poblacional, evidentemente, generaba tensiones con grupos asentados en la región.

Los españoles, a medida que se asentaban en la región continental mediante la firma de acuerdos con los jefes locales, establecieron un sistema de reclutamiento. Entre los fang, la dote es fundamental para comprender el sistema matrimonial y social. La riqueza de un hombre se medía por el número de mujeres que podía llegar a tener, las que al fin y al cabo se encargaban del trabajo agrícola. Los colonos facilitaban a los hombres el dinero suficiente para poder cubrir esa dote, a cambio de prestaciones personales de trabajo en las plantaciones de la isla. La consecuencia lógica de este sistema de recluta fue la alteración radical de las bases económicas y sociales de los fang: la introducción de la economía monetaria (el dinero de la dote frente al «dinero para todo uso»), la extensión de los cultivos de exportación frente a los de subsistencia de los fang, apartando a las mujeres de las tareas agrícolas, el traslado masivo de hombres desde el continente a la isla de Fernando Poo, donde trabajan en unas condiciones durísimas. En el sistema de reclutamiento se implicó todo el sistema colonial español, incluyendo toda la estructura misionera y las autoridades militares y civiles de la isla, como ya ha descrito Gustau Nerín (2008).

La imagen de la ocupación del territorio como el resultado de negociaciones entre los colonos españoles y aquellos que consideraban jefes de los grupos locales debe completarse con las lógicas resistencias, que en ocasiones resultaron en forma de escaramuzas. Sin embargo, hay que considerar que el control militar del territorio correspondía a una guardia colonial escasa y peor equipada, dispuesta a lo largo de diferentes puestos de guardia en todo el territorio. Más preocupada por mantener la integridad fronteriza de la colonia que el régimen interno. Sin embargo, debemos considerar dos formas peculiares de resistencia.

Los estudios culturales han demostrado que en diversos territorios de África los grupos locales desarrollaron un determinado tipo de danzas destinadas a burlarse de los colonos blancos. Se trataba de puestas en escenas, que, a ojos de los colonos, eran representaciones rituales. Desde una perspectiva etnocéntrica, las autoridades coloniales otorgaban a estos rituales un significado religioso, ajeno a la verdadera intención de la mascarada. En las colonias francesas, por ejemplo, no eran infrecuentes las máscaras que trataban de imitar el rostro de Charles de Gaulle. La Guinea Española no fue ajena a este fenómeno.

La máscara ngontang es un tocado utilizado por los fang. Se caracteriza por ser una máscara trifaz, con la representación de tres rostros. En el Museo Nacional de Antropología, en Madrid, se conserva en muy buen estado de conservación una máscara de este tipo (CE11058). La máscara formaba parte de una amplia colección de objetos y materiales recolectados por la expedición patrocinada por el IDEA en 1948, que tenía como objetivo la formación de colecciones, que deberían ingresar en el Museo de África. En la máscara, llama poderosamente la similitud de los tres rostros representados, con un blanco intenso, y unos grandes ojos. La nariz, recta y pronunciada, destaca sobre un pequeño bigote negro. El rostro también tiene el pelo negro, con un característico peinado con raya al lado. Durante algún tiempo, se consideró que esta máscara estaba relacionada con algún tipo de ritual funerario, que mediaba la conexión con los espíritus de los difuntos que visitaban el mundo de los vivos. Precisamente, el color blanco era el que se asociaba con el mundo funerario. Sin embargo, la investigación ha demostrado un uso totalmente diferente. Los fang utilizaban estas máscaras para imitar a los colonos blancos, burlándose de ellos e imitando en los bailes sus gestos. En cierta manera, podemos interpretar la máscara como un elemento fundamental, que materializa una peculiar forma de resistencia a la dominación colonial mediante la burla y la ironía. Sobre esta máscara, es interesante mencionar «Representación del hombre blanco en las danzas fang de Guinea Ecuatorial y Gabón. Fronteras coloniales invisibles», que presentó Isabel de Aranzadi en el V Seminario Internacional del Centro de Estudio Afro Hispánicos, de la UNED, dedicado a 50 años de independencia de Guinea Ecuatorial, y que tuvo lugar en Madrid entre los días 2 y 13 de julio de 2018.

Por último, es necesario mencionar una forma de sincretismo religioso, el bwiti, y que tuvo predicación entre la población fang, y que fue percibido y perseguido por las autoridades coloniales españolas como una forma de resistencia indígena. El bwiti tomaba elementos de los cultos católicos junto con otros asociados a las creencias fang. En estas prácticas podemos distinguir la visión nativa del culto frente a un imaginario desarrollado por los españoles para desacreditar estas prácticas y minar cualquier forma de resistencia a su autoridad. En el culto bwiti es fundamental el consumo de la corteza de la raíz de la iboga, con poderosos efectos alucinógenos, que facilitaban la visión y adquisición de una serie de conocimientos fundamentales tanto para el iniciado como para la comunidad a la que pertenece. Las autoridades españolas persiguieron duramente este culto, especialmente en el periodo posterior a la guerra civil, al asociarlo con los movimientos que defendían la independencia de la colonia. Difundieron que el canibalismo formaba parte fundamental del ritual, lo que justificó las condenas a muerte de algunos de sus practicantes. El bwiti puede interpretarse como otra forma de resistencia cultural, que pretendía preservar determinados elementos de los cultos fang a los antepasados, frente a la imposición del catolicismo fruto de la intensa actividad misionera en la colonia.

Así, frente a las visiones idílicas de un modelo colonial ejemplar, esgrimidas frente a las presiones ejercidas por las Naciones Unidas que exigían el desmantelamiento del sistema colonial español en África, tanto las máscaras ngontang como la adopción de los cultos bwiti nos sitúan ante determinadas prácticas de resistencia frente a la autoridad colonial. Finalmente, el proceso de descolonización culminaría en 1968, cuando Guinea Ecuatorial accede a su independencia, escribiendo a partir de entonces el relato de su historia más reciente marcada por la sucesión de dos regímenes dictatoriales.

Ruanda: el genocidio visible e ignorado

Ester Hernández Olive

El país africano de Ruanda vivió, en unos 100 días, una de las peores masacres de la historia reciente en 1994. Cien días que pudieron haberse evitado si se hubieran hecho caso de las alarmas en el país. Las consecuencias de ese mal ignorado por la comunidad internacional dejan en la actualidad a hijos nacidos de violaciones y exhumaciones en fosas comunes para recuperar los cadáveres de los asesinados en una guerra entre etnias que hoy en día se sigue trabajando para olvidar y perdonar.

El genocidio de población tutsi en Ruanda empezó en abril de 1994. El contexto de este grave conflicto tiene que ver en parte con el proceso de independencia de Ruanda. En 1959, el grupo étnico de los hutus derrocó al rey gobernante tutsi. Esto provocó que miles de tutsis fueran asesinados y una gran cantidad de personas, exiliadas a otros países vecinos. El hutu Juvénal Habyarimana llega a la presidencia de Ruanda mediante un golpe de estado en 1973. En 1990, el Frente Patriótico Ruandés (FPR) formado por hijos de exiliados tutsi, lanza un ataque contra Ruanda desde Uganda. Esto provocó más tensiones entre ambas etnias dentro del país y el presidente Juvénal firma los acuerdos de paz de Arusha 1993 con las guerrillas del Frente Patriótico Ruandés. Sin embargo, hubo problemas en cuanto a la aplicación de este acuerdo por la negativa de un sector del gobierno hutu.

El 6 de abril de 1994 hubo un atentado contra el avión en el que volaba el presidente ruandés Habyarimana y el de Burundi, Cyprien Ntayamira. Esa misma noche empezaron las primeras muertes y al día siguiente, la primera ministra de Ruanda, Agathe Uwiligiyimana así como diez soldados belgas de la ONU encargados de su protección fueron torturados y asesinados. Estas muertes aumentaron el odio de los hutus que comenzaron a asesinar a tutsis y a todo aquel que los defendiera. En aproximadamente 100 días, fueron asesinados 800.000 personas de etnia tutsi así como hutus moderados. Según los datos totales, se estima que un millón de personas fue asesinada, al menos 250.000 mujeres violadas, 95.000 niños ejecutados y unos 400.000 jóvenes huérfanos. También hubo miles de refugiados que huyeron a países vecinos como Burundi, Zaire (actual República Democrática del Congo) y Tanzania.

Fue en julio de ese mismo año cuando el FPR derrotó a las tropas hutus y tomó el control del país, finalizando así el genocidio. Se formó un gobierno presidido por Pasteur Bizimungo, de etnia hutu y Paul Kagame como vicepresidente, representante tutsi. En este contexto, la Organización de las Naciones Unidas patrocinó antes del genocidio, en 1993, la denominada Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (UNAMIR) con el objetivo de implementar los acuerdos de paz de Arusha. Esta misión duraría hasta 1996 puesto que su duración y mandato tuvo que ser ajustado debido a los eventos que ocurrieron meses después, con el genocidio por parte de la comunidad hutu.

En un principio, la misión tenía como objetivos principales asistir para garantizar la seguridad de la capital, Kigali; controlar el cede de las hostilidades, incluyendo el establecimiento de una zona desmilitarizada y procedimientos de desmovilización; controlar la situación durante el periodo final del mandato del gobierno; ayudar en la limpieza de minas y asistir en la coordinación de asistencia humanitaria. La respuesta internacional en cuanto al genocidio perpetrado por la etnia hutu contra tutsis, según muchos artículos sobre el tema, fue lenta y no suficiente en un principio. De hecho, las tropas belgas fueron retiradas del país debido a sus soldados asesinados junto a la primera ministra. Hicieron lo mismo otros países y el 21 de abril, la misión UNAMIR redujo sus efectivos. Se calcula que, de 2.500, solo quedaron unos 270 efectivos.

Así mismo, la ONU tardó en llamar por su nombre a la sangrienta matanza que estaba ocurriendo en el país. Los llamaba “actos de genocidio”, en vez de genocidio ya que ese matiz implicaba la no intervención de fuerzas para acabar con ello. No fue hasta 2014, 20 años después, cuando la ONU reconoció públicamente su tardía intervención y disculpándose con las víctimas del genocidio. No solo tuvo que ver la tardía respuesta de las Naciones Unidas. El Frente Patriótico Ruandés demandó en la ONU que no intervinieran sus tropas. A finales de junio, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó que Francia enviara ayuda humanitaria, bajo el nombre de Operación Turquesa, con la que se estableció una zona de protección humanitaria en el suroeste de Ruanda que terminó en agosto de 1994.

Como se ha indicado previamente, en julio las tropas del FPR tomaron el control de Ruanda y se comprometieron a declarar la paz y asegurar a la UNAMIR que cooperarían para que volvieran los refugiados ruandeses. Durante los siguientes meses al genocidio perpetrado, la comunidad internacional se volcó con Ruanda. Tras una estimación de los daños humanos causados en el genocidio, Naciones Unidas lanzó un llamamiento humanitario con el que se recaudó 762 millones de dólares para el país.

En cuanto a las culpas, un Comité de expertos creado por el Consejo de Seguridad de la ONU informó en septiembre que tenían evidencias claves para probar que sujetos hutus habían perpetrado actos de genocidio contra población tutsi. Un informe final se presentó en el Consejo de Seguridad en diciembre de ese año. UNAMIR siguió ofreciendo ayuda humanitaria, limpieza de minas o ayuda a refugiados a reasentarse en el país. Sin embargo, Ruanda pidió el fin de la ayuda de la misión, afirmando que no estaban respondiendo a las necesidades de la población. Finalmente, se atendió a la petición del país y la misión UNAMIR se marchó en marzo de 1996. Por otra parte, las donaciones para ayudar a la crisis humanitaria de Ruanda siguieron hasta llegar a los 617 millones de dólares para la reconstrucción del país.

Juicios del genocidio de Ruanda

El 8 de noviembre de 1994 el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas crea el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR), ubicado en la ciudad tanzana de Arusha para juzgar los crímenes cometidos y procesar a los responsables del genocidio y otras violaciones en el territorio de Ruanda desde el 1 de enero al 31 de diciembre de 1994. El tribunal realizó sus primeras acusaciones en 1995 y los primeros juicios en 1997. El TPIR finalizó sus actividades en 2014, tras años retrasándose su cierre. Finalmente se condenó a 49 acusados a condenas de cárcel, 14 fueron absueltos, 10 transferidos a jurisdicciones nacionales, 9 no fueron juzgados y algunos fallecieron antes de ser condenados. Todos de etnia hutu.

En Ruanda se llevaron se juzgaron los crímenes cometidos en tribunales judiciales convencionales y tribunales comunitarios de justicia participativa llamados “Gacaca” que se formaron en 2001. Los tribunales Gacaca se implantaron como un sistema de justicia transnacional y que combinaba el derecho penal más moderno con procedimientos tradicionales. El funcionamiento era el de hacer participar a comunidades de personas responsables de elegir a aquellos que aprobarían las listas de personas sospechosas de haber participado en el genocidio. Tenían como objetivo aliviar la sobrecarga del sistema judicial y recuperar elementos de la justicia tradicional, así como hacer justicia, ayudar a los supervivientes del genocidio y sentar las bases para una reconciliación nacional.

Por otro lado, los tribunales Gacaca, fueron financiados por países europeos y contó con apoyo institucional. Aprobaron que se realizaran dos medidas esenciales: una de ellas contemplaba las indemnizaciones a las víctimas de genocidio. La otra medida era poner en marcha un programa permitiera que aquellos que infligieron daño a las comunidades, lo reparen para cumplir parte de su condena. Sin embargo, estas medidas no se llevaron a cabo lo rápido que se esperaba. Se puede concluir que estos tribunales tuvieron limitadas garantías procesales. Aunque hubo una aceptación por parte de la mayoría de los juicios rápidos con participación popular, se redujo el número de personas encarceladas y un mejor ambiente entre etnias, también se vieron notificadas violaciones al derecho de un juicio justo.

Respuesta tardía internacional

En 1999, la comunidad internacional y las Naciones Unidas seguían siendo acusadas de no haber prevenido el genocidio. En marzo de ese año, el Secretario General de la ONU, con la aprobación del Consejo de Seguridad, encargó una investigación independiente sobre las acciones de las Naciones Unidas y sus miembros durante el genocidio del país africano. En diciembre se publicaron los informes de la investigación. Se concluyó que el gran fracaso de la respuesta internacional fue la falta de recursos y voluntad política así como errores de apreciación de la envergadura de los acontecimientos en Ruanda. La investigación sirvió para que el secretario general, aceptara las conclusiones del informe y la voluntad de mejorar y aprender a prevenir o detener cualquier otra catástrofe internacional en el futuro.

El caso es que se ignoraron las alarmas que exponían los problemas que estaban por llegar en el país. Analistas políticos y miembros de Naciones Unidas redactaron informes sobre la situación que vivía Ruanda antes de que ocurriera el genocidio. Concretamente, el comandante de la misión UNAMIR, Romeo Dallaire advirtió a la ONU por medio de un fax en enero de 1994 en el que expresa que un alto cargo del grupo paramilitar Interahamwe le comunicó que los milicianos estaban preparados para matar a gente tutsi. También contaban con un gran arsenal de armas. La respuesta, firmada por el jefe de la misión de paz, Kofi Annan decía que se rechazaba cualquier tipo de operación “porque excede el mandato confiado a la UNAMIR”.

Medidas políticas después del genocidio

El gobierno presidido por Paul Kagame desde 2003 buscó borrar los recuerdos del genocidio en la población. Incluso se empezó a desechar la visión étnica de hutus o tutsis definiéndose, simplemente, como población ruandesa. En 2007 se creó la Comisión Nacional de Lucha contra el Genocidio con el objetivo de organizar una reflexión sobre el genocidio, las consecuencias de esta y estrategias para prevenir y erradicar. Sin embargo, no se puso en marcha. Sí lo hizo la Comisión Nacional por la Unidad y Reconciliación que sí buscó prevenir nuevos genocidios y promovió la convivencia entre etnias. También elaboró estrategias para superar el genocidio con educación cívica, movilizaciones de masas, conferencias y debates o lucha contra la pobreza.

Sin embargo, las víctimas tuvieron que aprender, de manera casi obligatoria, a vivir con los que fueron los perpetradores de los crímenes, algo que es difícil de llevar a cabo. Aunque hay declaraciones de personas que alegan que supieron perdonar a sus victimarios, no todos tienen la capacidad de ello y es difícil superarlo en poco tiempo.

Conclusiones

El de Ruanda fue un genocidio que pudo haberse evitado. A pesar de que la ONU proclamó el “nunca más”, el daño ya estaba hecho. Y fue un daño inútil en el que se perdieron miles de vidas en poco más de tres meses y aquellas personas que no murieron, fueron heridas, violadas o tuvieron que escapar de sus hogares. La construcción de paz en el país pudo ser mejor y más efectiva. Aparte de la tardanza en la que la comunidad internacional quiso intervenir, la población afectada no estuvo satisfecha con lo que llegaba porque no atendía a sus necesidades. La comunidad internacional ignoró un problema y no hizo nada por solucionarlo rápido. Ruanda y el genocidio que sufrió en 1994 hace cuestionar si esas misiones de paz son tan útiles cuando realmente se necesitan o si hay intereses políticos o de otro tipo que dificultan la consecución de estas misiones.

La minería artesanal de diamantes como herramientapara el desarrollo de Sierra Leona

Alejandro González González


Sierra Leona tuvo una sangrienta guerra civil causada por diferentes factores como las rivalidades étnicas y la interferencia externa de Liberia, ambas alimentadas por el tráfico de los denominados diamantes de sangre. El documento base del Kimberley Process (KPCS) define los diamantes explotados durante conflictos como “diamantes en bruto usados por movimientos rebeldes u otros aliados para financiar conflictos armados destinados a socavar gobiernos legítimos”. El conflicto hizo que Sierra Leona se convirtiera en el país más pobre del mundo, por lo que la recuperación es todavía complicada tanto en términos económicos como sociales. El país aún es uno de los más pobres del mundo, ocupando la posición 180 sobre 187. Las heridas del conflicto aún están abiertas, especialmente debido al uso de niños soldado y a la explotación de diamantes de sangre.

Contexto histórico de Sierra Leona

Con el objetivo de detener el tráfico de diamantes y para ofrecer una oportunidad de desarrollo a los países con estos recursos, el Kimberley Process se negoció a nivel internacional. En el ámbito local, los siguientes gobiernos después de la guerra intentaron implementar medidas financieras y diversificar la economía del país para aportar estabilidad a este, pero obtuvieron pobres resultados. En este contexto, nos preguntamos si sería beneficioso para Sierra Leona invertir en la industria del diamante a nivel local para alimentar su economía y si fue realmente efectivo el Kimberley Process en el país. En este trabajo argumentamos que el país debería fortalecer su posición con respecto a la minería artesanal del diamante para sacar provecho de esta preciada materia prima y, por otro lado, pensamos que, aunque el KPCS constituyó un buen paso para la paz, necesita una revisión.

El control británico del territorio de la actual Sierra Leona comenzó en el siglo XVIII. Entonces, esclavos liberados del imperio fueron trasladados al país, produciendo importante cambio en la sociedad de Sierra Leona. Este cambio fue tanto demográfico como político puesto que los criollos se convirtieron en la élite del país. Esta mezcla de población conformó una pirámide con diferentes grupos étnicos. Los principales fueron los Mendes y los Temnes. Ambos representan sobre el 60% de la población total y mantienen rivalidades históricas. Otros grupos minoritarios que también tienen relevancia son los Limbas -8%- y los criollos -2%-.

Después de la independencia del país, el presidente que tomó el poder provenía de la etnia Mende. Este favoreció a su propio colectivo, desarrollando la desigualdad entre los diferentes grupos. Tras casi una década en esta situación, el APC, un partido político de raíces limba se hizo con el poder durante prácticamente 15 años. Durante esta presidencia, los diferentes grupos étnicos alcanzaron una inconmensurable equidistancia.

Con el estallido de la guerra civil en la vecina Liberia, Sierra Leona jugó un papel clave en la formación de un destacado militar internacional para evitar que Charles Taylor, líder rebelde, tomara Monrovia. Como consecuencia de esto, Taylor planeó la caída del APC para conseguir la retirada de las tropas internacionales. Así, fomento la creación del Frente Unido Revolucionario, dirigido por Foday Sankoh, de origen temne.

La guerra civil de Sierra Leona comenzó en el sur del país, pero se extendió a lo largo de todo el territorio. Durante casi diez años, la violencia devastó el país en un contexto de profunda inestabilidad. La subida al poder de Taylor en Liberia en 1997 fortaleció al Frente Unido Revolucionario a través del tráfico de diamantes, conocidos como diamantes de sangre, entre ambos. La venta de diamantes dio más resistencia y poder a los rebeldes, que no contaban con los mismos medios de que los gobiernos. De este modo, los el tráfico ilegal prolongó el conflicto. La lucha por los depósitos de diamantes causó más de 50.000 muertes, además del desplazamiento de decenas de miles de personas. Asimismo, también hubo niños soldados, que fueron explotados en las minas de diamantes, y los rebeldes usaron tácticas de terror como la amputación de manos y brazos entre los civiles.

En 1999 se firmó la Paz de Lomé: el Gobierno y el Frente Unido Revolucionario acordaron una hoja de ruta que incluía el cese de hostilidades y el reparto del poder. Sin embargo, los rebeldes no cumplieron con el acuerdo y rápidamente volvieron a la lucha armada. Con esta situación, tropas británicas desplegaron una operación de larga escala que supuso el punto final para los rebeldes en el año 2000.

Al mismo tiempo, la comunidad internacional negoció el Kimberley Process Certification Scheme (KPCS), que se implementó en 2003. Este marco buscaba “eliminar la presencia de diamantes de conflicto en la cadena de producción, exportación e importación de diamantes en bruto” entre los países participantes. Bajo el KPCS, cualquier envío de diamantes debía ir acompañado de un certificado. Ahora, Sierra Leona necesita fortalecer su modelo económico a través del empoderamiento de la minería artesanal de diamantes, también para cerrar las heridas del periodo de guerra. El camino hacia el desarrollo ya se ha iniciado por ejemplo, con acciones como la construcción de nuevas carreteras y la llegada de la electricidad a las grandes ciudades.

Discusión

Como dijo el expresidente del país en 2003 “la limpieza de la industria del diamante es necesaria para asegurar que este valioso material beneficia a la población del país y que las mezquinas prácticas asociadas a la minería y venta de los diamantes quedan definitivamente eliminadas”.

Aunque algunos autores argumentan que favorecer la minería de diamantes en países con la “maldición de los recursos” es un error, otros sugieren que la estereotípica visión de los impactos negativos de la minería del diamante está lejos de representar una certera imagen de la realidad. Creemos que, en el caso de Sierra Leona, esta actividad puede llevar a un fortalecimiento de la economía y una primera aproximación hacia la resolución de los conflictos sociales entre los grupos éticos y para la gente que sufrió las consecuencias de la explotación ilegal de diamantes para financiar la guerra. La minería artesanal puede llevar al país hacia el desarrollo. De hecho, algunos observadores han comentado el impacto de la contribución de los diamantes para la construcción de infraestructuras de Sierra Leona. Sin embargo, Le Billon y Levin puntualizan la importancia de establecer medidas locales de forma anterior para después observar la contribución de esta actividad para el desarrollo .

Sierra Leona sigue teniendo mercados financieros infradesarrollados, con las consiguientes limitaciones en la movilización de los recursos y el estancamiento del crecimiento económico. Ante esto se intentaron desarrollar reformas políticas y financieras durante los 90 pero las reformas no pudieron detener los abusos de poder por parte de las autoridades nacionales y locales. Como consecuencia, los fondos de desarrollo estuvieron sesgados por los intereses personales de los jefes locales. Además, “el proyecto de gobernanza democrática para la minería artesana del diamante fue reemplazado por otro orientado a la industrialización, impulsada por la élite con beneficios fiscales cuestionables para el Estado” 19 . Por consiguiente, estas medidas no fueron suficientes para estimular la inversión privada y el crecimiento económico20 . De hecho, de acuerdo al FMI, el crecimiento real del PIB cayó a una media de -4.5% cada año entre 1990 y el año 2000 . Desde esta fecha, el país experimenta un importante pico de crecimiento en 2002, pero los siguientes años el crecimiento fue tímido y volvió a decaer en 2015 como consecuencia de la inestabilidad general del país en ámbitos como el político, el institucional o el económico . Una investigación realizada por Kargbo y Adamu muestra que el desarrollo financiero alimentó el crecimiento económico a través del aumento de la inversión. Además, Le Billon y Levin explican que “el afán del gobierno para aumentar la inversión extranjera, mejoró el retorno fiscal, limitó la corrupción y legitimó la industrialización”. Por estas razones, las reformas financieras son necesarias tanto a nivel micro como macro para empoderar a la población local y, al mismo tiempo, dar confianza a la inversión extranjera. De no ser así, si el crecimiento económico no es percibido en el ámbito local, este perjudicará las prácticas artesanales de extraer diamantes en favor de los métodos industriales.

En el mismo sentido, Le Billon y Levin argumentan que un mayor conocimiento sobre seguridad, que incluiría derechos humanos y calidad de vida local, es necesario para impulsar el sector minero artesanal. También consideran que los intentos de fomentar la industrialización a expensas del empoderamiento de los esfuerzos locales, puede promover la corrupción y la falta de transparencia . Aunque consideran que la industrialización debe ocupar un lugar en el sector de los diamantes de países afectados por conflictos, apuestan por reforzar el desarrollo de la industria artesanal para hacer frente a las necesidades de la depauperada población local y aprovechar el potencial de las comunidades en la explotación del diamante.

Si queremos alcanzar el desarrollo sostenible y democrático del país, las futuras políticas deben estar basadas en una detallada comprensión de las relaciones entre la minería del diamante y el desarrollo rural. En este sentido, algunos autores han estudiado el impacto de la minería artesanal en comunidades locales y han observado excelentes resultados de fortalecimiento del sector agrícola e índices superiores de vida social y en comunidad entre la población local que sufrió los horrores del tráfico de diamantes. Un estudio llevado a cabo en los 70 por Binns demostró que los lazos entre los sectores agrícolas y mineros fueron beneficiosos para ambos y, por tanto, para los intereses nacionales de Sierra Leona. De acuerdo al estudio, las comunidades produjeron mayores cantidades de cultivos alimentarios para la venta a la población minera, de modo que pudieron reinvertir esos ingresos en sus hogares, familias y en la expansión a cultivos comerciales como el café, el cacao o los cítricos Un estudio posterior, desarrollado en 2004 por Maconachie y Binns, mostraba que muchos ciudadanos locales “sintieron que la minería del diamante ofrecía una vía de esperanza para financiar la reconstrucción de sus medios de vida” . Además, el refuerzo del sector minero artesanal podría ser una Buena solución para que la población local olvidara el horror de la guerra. Maconachie explica que la Vuelta de gente joven a sus pueblos de origen ayudará a resurgir la cooperación comunitaria en el país proveyendo “una base más duradera, sostenible y democrática en los próximos años”. De hecho, la minería artesanal es uno de los que más emplea en el país, creando un puesto de trabajo por cada 200.000 personas.

Con respecto al Kimberley Process, aunque está claro de que no ha sido una política perfecta, hay que reconocer que el sistema ha sido exitoso en la reducción del comercio de diamantes de sangre. Resultados de 2006 muestran que más del 99% de los diamantes en bruto en circulación estaban certificados y provenían de fuentes ajenas al conflicto. Además, otros análisis muestran que el 99.8% de las exportaciones de los diamantes en bruto mundiales provienen de miembros del Kimberley Process. Ian Smillie estima que solo entre el 5% y el 10% de los diamantes mundiales son comerciados ilegalmente comparando con el 25% anterior a 200331 y hay autores que consideran que esta cifra es incluso inferior descendiendo hasta el 4% en 2009 gracias a la implementación de este programa.

A pesar de esto, la definición no tiene en cuenta los diamantes comerciados por parte de los gobiernos a través de vías corruptas al no ser considerados grupos rebeldes. En ese sentido, es necesario cambiar la definición de diamantes de sangre para incluir también a los gobiernos que también trafican ilegalmente con ellos. Por otro lado, Le Billon y Levin proponen que el KPCS también debería “ayudar a aumentar los ingresos de los mineros artesanos a través de la promoción de estándares y certificados de ‘comercio justo’ y ayudando reestructurar la industria para redireccionar algunos de los beneficios producidos a lo largo de la cadena de valor hacia las comunidades locales” . Asimismo, Maconachie y Binns denuncian que el KPCS hizo “poco para abordar la pobreza y las condiciones laborales a las que los mineros artesanales tienen que enfrentarse diariamente”, por lo que un proceso más comprometido con la subsistencia local también es necesario.

Conclusiones

La promoción de la minería artesanal del diamante en Sierra Leona produciría tanto beneficios económicos como sociales, puesto que el empoderamiento del sector aumentaría la transparencia y, entonces, también una rentabilidad de los recursos más compartida entre todos. Sin embargo, algunos pasos son necesarios para generar un terreno próspero para el sector. Por ejemplo, las economías locales y las compañías industriales deberían estar más integradas y sería aconsejable desarrollar reformas financieras.

En términos económicos, sería importante mejorar el acceso rural a lo financiero a través de microcréditos para potenciar a la población y al sector artesanal, así como al agrícola. A largo plazo, existe la necesidad de aumentar la resiliencia del sistema financiero para estabilidad la economía del país y reforzar la transparencia de las transacciones con diamantes, creando un círculo de estabilidad en el que los niveles micro y macro contribuyen a toda la cadena de desarrollo.

Además, aunque los esfuerzos deberían estar destinados a ayudar a las comunidades relacionadas con la minería artesanal para que puedan también reorientarse hacia otros sectores económicos, la minería artesanal también se ha mostrado como una buena forma de empoderar a la población local y a la economía sierraleonesa. A nivel internacional, aunque está claro que el Kimberley Process no ha sido una política perfecta, debemos reconocer que el sistema ha sido exitoso en la reducción del comercio de diamantes de sangre. Sin embargo, es necesario modificar la definición de este producto comercial para incluir también a los gobiernos que trafican ilegalmente y orientarlo hacia un marco en el que haya un mayor compromiso hacia el fortalecimiento del sector artesanal y como soporte de las difíciles condiciones de vida de muchos habitantes del país.

En conclusión, Sierra Leona tiene oportunidades para el crecimiento. Las nuevas carreteras de las que dispone el país, así como el acceso a la electricidad en las principales ciudades, ayudan a fomentar el progreso del país para el futuro. Hasta que el país no entienda que los diamantes son una muy buena fuente para el desarrollo, estos seguirán causando controversias e impedirá cerrar heridas. Sin embargo, si Sierra Leona empodera a sus comunidades locales y refuerza la minería artesanal, podrá comenzar a revertir su “maldición de los recursos”.


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